Santiago Sánchez Traver y las casualidades del periodismo

No recuerdo bien qué año era cuando acudí a la sede sevillana del ya desparecido Diario 16, con un pequeño relato de mi autoría bajo el brazo y la ilusión enorme de hacerme con un hueco en la redacción de uno de los periódicos de referencia de la transición española. Es lo que tiene la memoria cuando se traspasan ciertas fronteras del tiempo, que suele tenderte trampas insalvables.

Supongo que debió ocurrir a principios de los ochenta o así. Lo que no se me olvidará jamás fue mi breve encuentro con Santiago Sánchez Traver, cofundador del periódico, y ese otro monstruo de los vocablos que es Juan Teba, dos de los periodistas más admirados por aquel entonces. El puesto no logré conseguirlo, pero la marca de aquella pequeña charla me ha acompañado durante toda mi vida.

Quién me iba a decir a mí que, treinta años después, el caprichoso destino me iba a cruzar de nuevo con el primero de ellos y en unas circunstancias bien diferentes y también, por qué no decirlo, bastante más decepcionantes.

El martes posterior a la Semana Santa de este año, recibo la llamada de un compañero que me advierte que en el programa de Giralda TV “Enclave”, dedicado al análisis del devenir del acontecimiento procesional sevillano por excelencia, el conductor del mismo no cesa de repetir —cada cinco minutos aproximadamente, me dice— que las cofradías han transcurrido con toda normalidad “gracias a la nula incidencia de la huelga de Tussam el Domingo de Ramos”.

No demasiado sorprendido por la similitud del mensaje con el que Guillermo Gutiérrez, por entonces Vicepresidente de Tussam, esparcía a diestro y siniestro por los medios —Giralda TV es de titularidad municipal— la curiosidad me lleva a indagar un poco sobre el programa y descubro que su conductor no es otro que Santiago Sánchez Traver.

A partir de ahí, anonadado de que un periodista de tan amplia trayectoria acabe en una modesta televisión hiper local, me dedico a recabar información y me quedo patidifuso ante la revelación de que también trabaja para Tussam a través de una empresa, ERITIS COMUNICACIÓN S.L, de la que es apoderado y con la que Tussam tiene suscrito un contrato que tiene por objeto el coordinar las “relaciones con los medios”. 

La dichosa coordinación le sale a empresa de transporte por un pico, alrededor de 2.000 euros al mes, y eso que en su plantilla cuenta con un periodista que presta servicio en el gabinete de la alcaldía, a través del cual se han canalizado siempre las relaciones con la prensa. 

Sobre el cometido que engloba ese eufemismo tan socorrido de “relaciones con los medios”, tan sólo he podido averiguar que coordina la publicación del boletín interno de la empresa, en el que se encarga de hacer la entrevista al personaje de cada número, y poco más. 

El célebre boletín es un panfleto en formato A4 impreso por las dos caras y con más colores que la chaqueta de un payaso, al que los empleados denominan cariñosamente “la hoja parroquial” y no precisamente por la calidad, pluralidad y rigor de sus contenidos. Vamos que es pura propaganda empresarial y municipal a cargo de una empresa ahogada por la deuda.

Al parecer, las casualidades siempre han tenido un peso específico en la trayectoria profesional de este periodista. La maldita “combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar” es la responsable última de que Sánchez Traver curiosamente coincida también con Guillermo Gutierrez, en el Proyecto Mina de Río Tinto, Huelva, del que es encargado de prensa y Gutiérrez Consejero Delegado. Un proyecto que prevé una suculenta inversión más de 1.300 millones de euros en los próximos diez años. Ahí es nada.

Se trata de las mismas casualidades que provocaron que, durante las elecciones autonómicas de 1996, Sánchez Traver —por entonces presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de Andalucía— acudiera a recoger la declaración de la renta del candidato a la reelección como presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, al Palacio de San Telmo, mientras el resto de candidatos tuvo que ir a entregarla personalmente a la sede de la asociación en la Plaza de San Francisco, actitud ésta que fue cuestionada por un sector de la prensa sevillana y tildada de “sumisión hacia una opción política”.

O de que su gestión al frente de Canal Sur TV fuese tan polémica y cuestionada que el Partido Popular pidió su cese por no haber demostrado “más que torpeza desde su llegada”. También de que en las dos ocasiones en que ha resultado elegido Presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla, en 2001 y 2005, las elecciones fueran impugnadas por las candidaturas contrarias por el mismo motivo: la admisión de votos por correo que llegaron fuera de plazo. Y, por qué no, lo mismo ocurre con la sanción a la Junta de Andalucía por la emisión por parte de RTVE de un anuncio prohibido por la Junta Electoral durante la campaña del referéndum del 18-F, cuando Sánchez Traver era director del ente público en Andalucía.

Porque las casualidades tienen esas cosas, que arrasan la independencia, el rigor y el prestigio de toda una vida de trabajo y dedicación como si nada. Así son de desagradecidas.

Por eso no puedo evitar que me invada una ola de remordimientos cuando he llegado a dudar, aunque sea por un solo instante, de que la coincidencia exacta del discurso de los medios y el de Guillermo Gutiérrez, desde que él y Sánchez Traver aterrizaron en la empresa, no ha sido fruto de la casualidad.

La única explicación plausible que he sido capaz de encontrar es algo que Javier Bauluz, el único Premio Pulitzer del panorama periodístico español, me dijo una vez en una entrevista: “los periodistas también comen”. Aunque, eso sí, unos bastante mejor que otros.