Mi obra literaria

11 mayo 2010

El apoyo de Monteseirín a la candidatura de Juan Espadas a la alcaldía de Sevilla

Alfredo Sánchez Monteseirín parece haberse empeñado en impulsar al previsible candidato del PSOE a la alcaldía de Sevilla, Juan Espadas. Lo malo es que, en este caso, el empujón recibido de manos del regidor más bien parece destinado a envíar al aspirante directamente al despeñadero político sin más trámite que otra cosa.
Que los designios de una ciudad como Sevilla tengan que ser dirigidos en clave interna de partido y en función de determinados intereses personales no deja de tener su guasa. Se desconoce el abominable pecado que han cometido los sevillanos para merecer tal castigo, pero por muy grave que éste haya sido, parece excesiva la brutal penitencia a la que los somete ese implacable confesor en el que se ha convertido el alcalde.
La última del corregidor rebelde ha consistido en salpicar sin miramientos al designado para ser su sucesor en con el escándalo de su garbeo por feudos otomanos, a lomos de un jet privado de a 37.000 euros el pelotazo. Un desbarajuste sólo concebible en un escenario político en el que el propio Monteseirín sea el primer interesado en que Juan Ignacio Zoido, candidato popular, se convierta en el futuro alcalde de la ciudad, pasándose por el forro de los caprichos los intereses del partido en el que milita desde hace años. Ni conmigo ni sin mí tienen tus males remedio.
Cosas peores se han visto. Decía John Steinbeck que "de todos los animales de la creación, el hombre es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y habla sin tener nada que añadir". Cita a la que a partir de ahora habrá que añadirle, gracias a la inestimable aportación de Monteseirín, que también "se obstina en permanecer en lugares de los que se debería haber marchado hace tiempo". Aunque sea a costa del disguto y el padecimiento de cuantos habitamos esta inigualable ciudad.



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