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16 abril 2010

El pulso del alcalde de Sevilla y la negociación adormidera en Tussam

El "golpe de autoridad" dado ayer por el secretario general de los socialistas sevillanos, José Antonio Viera, no ha sentado nada bien al alcalde y su entorno.
El impropio espectáculo en que se ha convertido el relevo de Alfredo Sánchez Monteseirín como próximo candidato a la alcaldía de Sevilla roza ya lo dantesco, hasta tal punto que se ha convertido ya en el cachondeo de los titulares de la prensa local.
Las palabras que Fran Fernández, delegado de Movilidad y frustrado portavoz del grupo municipal, dirigió a los representantes sindicales de Tussam en la reunión en la que retiró de manera sorpresiva el "plan de viabilidad" que había respaldado públicamente esa misma mañana, -"haced con la empresa lo que os dé la gana", llegó a decirles-, además de una absoluta irresponsabilidad y falta de respeto a la ciudad y sus habitantes, ponen de manifiesto el grado de desgana y la contrariedad con la que se han acogido las decisiones tomadas por la ejecutiva provincial del partido.
Lo que ha tratado de venderse ante la opinión pública como "una muestra de generosidad del alcalde", no es más que un sainete de rebeldía soterrada ante una imposición que no gusta, pero que hay que acatar aunque sólo sea por pura disciplina de partido.
Al alcalde no le ha gustado nada la salida política ofertada tras once años al frente del consistorio sevillano. El todavía indefinido Consorcio del Guadalquivir parece no colmar del todo sus aspiraciones, que apuntan más a la presidencia de la Compañía Andaluza de Rentas e Inversiones, por lo que su salida aún está por concretar.
Aunque Monteseirín logró apuntarse el tanto de colocar a Manuel Rey al frente de Urbanismo, los daños colaterales han sido de importacia, porque Viera lo contrarió imponiendo al frente de la portavocía del grupo municipal a un hombre de su plena confianza, Alberto Moriña, echando a la cuneta sin contemplaciones a ese Sancho Panza, fiel escudero del alcalde, llamado Fran Fernández. Y eso a pesar de que el delegado de Movilidad intentó por activa y por pasiva y al precio que fuese en la última ejecutiva provincial un acercamiento buscando el perdón de su secretario general. Se ve que la parábola de la oveja descarriada no funciona igual en todas partes.
De continuar así las cosas, no resulta descabellado augurar todo un año de pulsos internos entre las dos fracciones del socialismo sevillano que amenacen con instalar la desgobernanza y la incertidumbre permanente en el consistorio sevillano. El alcalde, por si acaso, ya se ha apresurado a prometer todo lo contrario.
De momento, el sorpresivo e irresponsable cambio de rumbo que se ha dado a las negociaciones de Tussam -prácticamente aboca a la empresa a una huelga en Feria más que segura- ha dejado con el traser al aire al vicepresidente Guillermo Gutiérrez -"he fracasado", llegó a reconocer ayer ante los representantes sindicales- y al gerente Arizaga, principales valedores del "plan de viabilidad". Tal vez por eso, y abrumados por tan pesada responsabilidad, aprovechan la monotonía soporífera de las rondas negociadoras para echar una cabezadita que les libere del alto estrés emocional.
Debe ser que en sueños es bastante más fácil encontrar soluciones a los problemas. Si es que van sobraos.



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