Antes de irse para siempre a la cueva lúgubre y agradecida de donde lo sacaron, el imputado Guillermo Gutiérrez, con su ya habitual estilo de matón de película de Hollywood, ha saltado de nuevo al precipicio de los titulares de los medios a lanzar provocaciones, amenazas y medias verdades por esa boquita de fresa que la vida le dio.
Y eso que la excesiva soltura lenguaraz del individuo ya lo tiene sentado en un banquillo ante un tribunal que lo juzgará por el veneno de su verbo.
Pero Guillermo, que es lo más parecido en humano al caballo de Atila, no se conforma y no descansará tranquilo hasta que arda Tussam, que es para lo que lo trajeron. Así de mal lleva el que la cosas puedan sobrevivir tras su paso. O yo o el caos, una extraña concentración en cinco palabras de la centenaria ideología socialista. Pero Guillermo hace ya años que vendió la virginidad de su vergüenza política, si es que alguna vez la tuvo, y no se va a arredrar por un quítame allá esas pulgas.
Tradicionalmente, a estas alturas de la película, los políticos tenían que desembarcar en la empresa con sus mangueras de urgencia para apagar el incendio de los sindicatos. Ahora, no se sabe por obra y gracia de qué, se ven obligados a venir a sofocar el incendio abrasador que consume a los directivos de la empresa, que pierden los papeles con demasiada y sospechosa facilidad y están sacando las cosas de quicio no se sabe con qué propósito.
A día de hoy, los únicos que permanecen inamovibles en sus campamentos de invierno han sido los representantes de la empresa. Los sindicatos pasaron del inmovilismo inicial a presentar una propuesta donde se planteaban, además de algunas alternativas, ciertas concesiones. Sin embargo, Guillermo y su cuadrilla de ineptos parecen más interesados en que la huelga se produzca y estalle el conflicto social. Así suelen ser las paredes cuando se sientan a negociar.
Desde luego, armas no le van a faltar para lograrlo, porque ha sido empezar el baile cuando ya los medios serviles y cobardes se han puesto en zafarrancho de combate para defender a la mano que les da de comer. Y como por arte de magia, en los titulares y cuerpos de noticias ha comenzado a proliferar la célebre palabra "chantaje", algo que por ya demasiado habitual e inexacto empieza a ser vergonzoso. Del respeto que los lectores se merecen, de la obligatoriedad de ofrecerles objetividad, mejor ni hablamos.
Por si no lo estaba todavía, ha quedado meridianamente claro que a estos medios, guardianes de la libertad y la democracia, la Constitución sólo les interesa cuando puede adaptarse como un traje de neopreno al cuerpo de sus intereses. Para todo lo demás, los derechos fundamentales de los ciudadanos son como las linternas, que sólo nos acordamos de ellas cuando ya se ha cortado la luz.
Lo que no saben estos junta letras de tres al cuarto, o no les interesa saber, es que aquí nos estamos jugando el futuro de miles de familias. Futuro con el que juegan impunemente cierta clase de "políticos" del estilo de Guillermo Gutiérrez y los pesebreros que se creen periodistas y medran a su sombra y cobijo. Algo que, a buen seguro, los trabajadores de Tussam sabremos no consentir.
26 marzo 2010
Guillermo Gutiérrez el provocador
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