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25 febrero 2010

El expreso de las medias tintas

Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla


Viajo en un tren de vagones enlazados por una fina costura de tiempo. Un expreso a veces vertiginoso, otras perezoso, a través de cuyas ventanas de cristales traslúcidos se contempla no sin cierto recelo el alocado devenir del mundo. Un convoy con un destino incierto y enigmático que ninguno de sus pasajeros es capaz de imaginar siquiera.

Un tren que arrancó hace ya cinco años del andén de una facultad de comunicación cualquiera de la ancha y sufrida piel de toro. El rápido de contar las cosas que pasan, el expreso de las medias tintas. Ése del que sólo se conoce el punto de partida y en el que la única y permanente certeza radica en la materialización del viaje en sí, sin ningún otro objetivo complementario.

Para mis compañeros de aventura, tal que para mí, nada existe más allá de la locomotora asmática que tira con su exhausto suspiro de los vagones alineados que arrastra. Paseamos los pasillos desorientados y tropezando los unos con los otros, con la mirada perdida y esquiva, limitándonos a contemplar cómo explosiona la vida allende los cristales, sin saber muy bien qué hacer ante tal vendaval de voces y colores, y roídos de manera inmisericorde por la angustiosa necesidad de encontrar las palabras para contarlo.

Al final del trayecto se supone que debemos hacerlo a toda costa, aunque pueda costarnos la propia vida, pero yo me pregunto, no sin cierta tristeza, si no deberíamos haber empezado ya hace bastante tiempo, cuando todavía la vocación era más intensa que el escozor de la necesidad y la urgencia.

Después de todo, puede que este viaje acabe por llevarnos a ninguna parte y, si nos lleva a alguna, tal vez allí no nos dejen contar las cosas sino con medias tintas.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Conmovedor relato de ese, a pesar de todo, fascinante viaje hacia las utopías que anidan allá donde los fantasmas nos hacen saltar chispas en los ojos y cosquillas en la imaginación. Pálpìtos de vida. Te acompaño, Jack.
Dan

Anónimo dijo...

Soy un sentimental, Jack, irremediable. No he podido dejar de transcribir tu post en mi blog. Confío me lo permitas. Un abrazo, socio.
Dan.

Gregorio Verdugo dijo...

Dan: no sólo te lo permito, sino que me honra. Me alegro que te haya gustado.