Escribe Gonzalo López Alba en su artículo en el diario Público “La desazón de la izquierda” que echa de menos en las acciones de gobierno Zapatero “una pedagogía cuya demanda se multiplica en tiempos de crisis”, refiriéndose a medidas de efecto ejemplarizante que levanten la moral de la ciudadanía. Porque, en su opinión, quienes confiaron y llevaron a Zapatero a las cumbres del poder “anhelan más audacia y menos ortodoxia económica”.
Zapatero tiene un grave problema que no es otro que ni siquiera aquellas medidas que impulsa que son de izquierdas de verdad se perciben como tales. Y este problema se está extendiendo como una plaga al resto de instituciones en las que gobiernan los socialistas.
Si a esa incapacidad de transmitir con claridad meridiana la esencia transformadora de las medidas impulsadas desde Moncloa se le añade que otras no se pueden calificar de izquierdas precisamente, sino más bien todo lo contrario, y el que en los momentos más inoportunos se toman medidas abiertamente impopulares y sin el obligado debate previo entre la ciudadanía para alcanzar algún tipo de consenso, las perspectivas de mejora en la percepción de la acción de gobierno se reducen considerablemente.
Esto empeora no sólo el resultado de las encuestas, también las posibilidades de repetir victoria electoral, máxime cuando ya desde las propias filas del partido en el gobierno se plantea a dos años vista el debate de la sucesión de quien lo llevó hace ocho años a ganar las elecciones.
Escribe Enrique Meneses a propósito de Obama, que los lobbies estaban antes de que él llegara a la Casa Blanca y siguen estando. Obama no es tan deudor de los mismos por su elección y esa libertad le permite ser audaz en sus reformas.
El caso se puede extrapolar a Zapatero, con la única diferencia que el presidente español sufre un verdadero problema a la hora de hacérselo ver a sus conciudadanos, sobre todo cuando se hace tan evidente que el lobbie marca la agenda política como ha ocurrido con el farragoso tema de los derechos de autor.
Lo que enseña y educa por doctrina o ejemplos, además de hacerse, debe ser percibido como tal. Porque en un país como este no basta con ser de izquierdas, además hay que parecerlo.
1 comentario:
La izquierda peca de prudencia en sus políticas (incluidas las sociales) y le toca apechugar con situaciones de crisis (Altos hornos, recoversiones industriales, ayer con Felipe; hoy, crisis económica y financiera con Zapatero). La gente castiga tales medidas y es la derecha la que disfruta luego de las épocas de bonanza. Nadie cambia el sistema. Grosso modo, esa es la política española. A mi modo de ver.
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