El terremoto que ha asolado Haití, sumiéndolo en la destrucción y la desolación, supera ya la cifra de más de ciento cincuenta mil víctimas mortales. Algunos testigos no han dudado en calificarlo como la representación terrenal del mismísimo infierno.
Los Estados de todo el mundo se han movilizado y han enviado con premura a sus equipos de salvamento y emergencias e ingentes cargamentos de ayuda humanitaria. Las organizaciones no gubernamentales se han plantado en la isla rota por la tragedia para combatir el desastre en primera línea de fuego.
Y los medios de comunicación apenas han tardado en situar en el lugar de los hechos a sus más avezados enviados especiales para rebosar de muerte las portadas y los arranques de los telediarios. Ahora toca a Haití ser la noticia, la protagonista casi exclusiva de la agenda informativa.
Así nos han contado de rescates imposibles y de supervivientes milagrosos que soportaron varios días bajo el peso de los escombros, de niños de ojos tristes y desorbitados extraídos de las entrañas de las ruinas mediante una cesárea a vida o muerte.
Pero más pronto que tarde, la saturación informativa y el surgimiento de un nuevo foco de atención mediática harán que todo ese bestial despliegue y los periodistas que lo realizan se desplacen a otra parte, relegando de nuevo a Haití al olvido. De hecho, buena parte de la pléyade informativa está ya recogiendo sus bártulos y pensando en el añorado regreso a casa.
Porque existe una historia entre el ramaje de la cotidianeidad de la tragedia a grandes titulares que no se cuenta. El infierno ya existía antes, sólo que sus llamas no eran visibles a la luz de los focos de los medios.
PD: ejercicio realizado para la asignatura Periodismo Político Internacional en el género Editorial.
7 comentarios:
Por desgracia, el caracter mediático de Haití y su futuro olvido es un caso bastante habitual en los medios de comunicación de todos los países "desarrollados".
Pero eso no es lo más triste, lo más triste: es que nosotros, los espectadores vemos las imágenes de un Haití desolado y aunque nos pueda doler ver esas dramática escenas, mañana ya las hemos olvidado. Eso es lo más lamentable.
Una muy buena entrada, y me ha gustado el blog, aquí dejo el mío por si le interesa a alguien:http://www.totheplanet.blogspot.com/
Un saludo a todos
Seguro que a Concha le habrá gustado el editorial, con esa gota amarga de autocrítica a la inquieta atención de los medios. Date por aprobado, socio.
Dan
Pablo: La verdad es que tienes toda la razón. Somos así de frívolos.
Dan: la verdad es que me lo ha puntuado muy bien.
Has vuelto a dar en el clavo, Jack. Muy bueno.
Hay una entrada en "Lienzo babel" sobre "la mala conciencia" que se nutre de la misma preocupación: las catástrofes se ceban especialmente con los miserables del mundo, que luego son olvidados.
Es bueno ser sensibles a este estado de cosas.
Anónimo: es cierto, las catástrofes casi siempre tienen las mimas víctimas, es como si sufireran una condena eterna, cuando son quienes menos responsabilidad tienen en sus posibles causas.
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