Hay un asunto que comienza a mosquearme en todo este lío que se ha montado por el burdo intento del Gobierno de colar en el borrador de la Ley de Economía Sostenible la famosa disposición final que se descubrió preñada de censura.
Y no es otro que, conociendo a los políticos, ahora les va a entrar la fiebre palúdica de las reuniones a toda prisa con algunos miembros de las protestas y coautores del revuelo con tal de sacar rédito político, es decir votos, al asunto. Es de natural en el político, ya que tienen la indiscutible habilidad de convertir un fuego en un caudal incesante de votos como si tal cosa.
No es que no me sienta representado en la delegación que acudió a la reunión con la ministra SGAE (Sinde pírate) para tratar el tema del cierre de las webs por esa misteriosa comisión que se sacaron de la manga. Es más, estoy convencido de que algunos de los asistentes podrían representar y defender lo que pienso mejor que yo mismo.
Pero se trata de que desde la red proclamamos la transparencia y la democracia como principios básicos de funcionamiento. Y como tales defensores estamos obligados a ser los primeros en llevar a cabo dichos principios en todos nuestros actos, máxime cuando se trata de entablar conversaciones que pueden ser determinantes con las altas esferas de la política de este país.
Sé, porque ellos mismos se encargaron desde el primer momento de dejarlo bien clarito, que los asistentes a aquella reunión incidieron una y otra vez en que ellos no representaban a nadie más que a sí mismos, como participantes en la elaboración del ya famoso manifiesto. Y eso les honra.
Pero dado que la tendencia por parte de los partidos parece que va a ser incidir una y otra vez en la celebración de este tipo de reuniones, probablemente con el ánimo de colárnosla por algún resquicio, no estaría nada mal que predicáramos con el ejemplo y fuésemos capaces de elegir a través de la red a una comisión que sea capaz de representarnos a todos.
Se da el caso de que, al menos en lo que a mí respecta, casi con toda seguridad elegiría a una buena parte de los que allí acudieron. Pero creo que es una cuestión de formas más que de concepto. Ya se sabe, aquello de que la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino además parecerlo.
Las nuevas tecnologías nos facilitan sobremanera el sortear las tradicionales dificultades con las que se ha encontrado la sociedad a la hora de tomar decisiones asamblearias, que por otra parte son las más democráticas que se puedan concebir.
Si somos tan partidarios del ciberactivismo, nada mejor que ponerlo en práctica. Porque si de lo que se trata es de ponerle puertas al campo, mejor que lo hagamos entre todos.
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