La conflictividad llega al Metro de Sevilla

Imagen: Hemeroteca de ABC de Sevilla

Cuando Tussam cedió a la Junta de Andalucía de manera sorpresiva el diez por ciento de acciones que poseía en la concesionaria del Metro de Sevilla y con ello renunció a cualquier posibilidad de gestionar la empresa en el futuro, muchos de los prebostes de esta ciudad se frotaron las manos.

Suponía un peligro latente para la movilidad de la ciudad el que una plantilla tradicionalmente conflictiva como la de la empresa municipal de autobuses controlara los dos sistemas de transporte colectivo de la ciudad. La feria de cada año estaría en peligro permanente y la ciudad en sus manos y a su antojo cada vez que quisieran y otras muchas barrabasadas que se dicen y después se olvidan con facilidad quedando como pasto para las hemerotecas.

Pero hete aquí que, cuando aún no se ha cumplido un año de la inauguración de la línea 1 del Metro, los trabajadores se ven obligados a iniciar presiones ante la incertidumbre de su situación laboral. Mientras los titulares de los medios se dedican a transmitir grandes dosis de euforia con récords de cifras de viajeros transportados día sí y día no, la realidad en el seno de la plantilla es bien diferente. No es oro todo lo que reluce.

Ángel Manuel Florindo González, miembro de Comisiones Obreras y presidente del Comité de Empresa, ya ha denunciado que "hay mucha gente quemada y mucha crispación para el poco tiempo que esto lleva funcionando".

Se han incumplido las promesas verbales referentes al incremento del diez por ciento en las retribuciones tras los seis primeros meses de funcionamiento que los trabajadores recibieron en su día durante las entrevistas de trabajo, y la empresa no quiere ni hablar sobre los turnos de 12 horas en los servicios de Semana Santa y la Feria de Abril o sobre el “intrusismo laboral” que efectúan los empleados de la empresa de seguridad subcontratada, que ejercen como "supervisores comerciales e interventores".

Por si fuera poco, se está instalando en la empresa un clima de persecución sindical, hasta tal punto que las reuniones del Comité de Empresa se han tenido que celebrar en locales externos porque los responsables de la empresa convocados a estas reuniones tienen miedo a "represalias".

Parece increíble que en una empresa de más de 160 trabajadores que apenas lleva funcionando ocho meses y que, según ella misma proclama por todos los medios de los que dispone, tiene unas excelentes perspectivas por delante, se puedan dar estas anormalidades que dificultan el clima de diálogo social y entendimiento tan necesario para la buena marcha de la misma y del servicio que presta, tan fundamental para los ciudadanos.

Claro que, si tenemos en cuenta los antecedentes de TUZSA, la empresa que gestiona el servicio, nada de esto nos debería sorprender. Tan sólo hace falta tirar de hemeroteca para ponernos al día de sus actuaciones como responsable del servicio municipal de autobuses de Zaragoza, donde tampoco deja de dar la nota.

Ahora, cuando esos trabajadores no tengan otra alternativa que luchar por sus derechos, los mismos prebostes que tanto se alegraron cuando Tussam cedió sus acciones, clamarán al cielo porque se cernirán amenazas de huelga en los días de Feria y vociferarán que unos cuantos desharrapados tienen la osadía de tener secuestrada a la ciudad.