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13 octubre 2009

La esperpéntica comedia del Partido Popular

La forma de atajar la epidemia de corrupción que asola al Partido Popular por parte de su cúpula dirigente se está convirtiendo paso a paso en una pantomima, una comedia por actos que menaza con convertirse en la mayor ridiculez de la historia de la democracia en este país.

La siguiente escenificación de este esperpento patrio tendrá lugar esta misma tarde, cuando, durante el Comité Ejecutivo del partido en la Comunitat Valenciana, Francisco Camps pida una dimisión hecha a medida al Secretario General Ricardo Costa y éste le diga que nones.

Porque la cosa no deja de tener su guasa, es decir, te ceso y te homenajeo, pero no te preocupes, que no te vas, sino que te quedas, porque te aparto por un tiempo, para que puedas seguir cobrando, o para que tengas que seguir callando, según se mire.

Mientras, el otro, que si he sido bueno y no he hecho nada malo, sólo he hecho lo que tú me ordenabas, que tanto me quieres y tan bueno y feliz eres.

Cuánta alegría y cuánto amor desata el silencio. Como para un poema, vamos.

Y, mientras tanto, Rajoy enrocado en los casi imperceptibles hilillos de la corrupción que lo rodea y amenaza con provocarle una parálisis más grave que la que ya padece. Y el coro de grillos a lo suyo.



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