Al parecer, los científicos cada vez tienen más indicios de que el origen de la gripe porcina se ha producido en una granja de cría intensiva de cerdos de una corporación multinacional del Estado de Veracruz en México.
En este tipo de granjas, los cerdos viven hacinados por millares en depósitos sucios y son rociados con un cóctel de drogas que suponen un riesgo sanitario. Los excrementos son depositados en una especie de lagunas donde se crean las condiciones perfectas para engendrar nuevos virus como el que nos arrecia.
La granja sobre la que recaen la mayoría de las sospechas pertenece a la multinacional Smithfield, la mayor empresa del mundo productora de carne porcina, aunque niegue cualquier conexión entre los cerdos y la gripe y buena parte de la agroindustria en todo el mundo pague sumas estratosféricas para argumentar mediante investigaciones que la bioseguridad está garantizada en toda la cadena de producción.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva advirtiendo desde hace años que una "nueva pandemia resulta inevitable" y expertos de la Comisión Europea y de la FAO han señalado que el rápido paso de la producción en pequeñas granjas a una cría intensiva de carácter industrial está incrementando el riesgo de desarrollo y transmisión de enfermedades epidemiológicas. Y, además, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. advierte que los científicos desconocen los posibles efectos que pueden tener sobre la salud humana los compuestos infecciosos producidos en las factorías de carne porcina.
Son numerosos los estudios sobre las horrorosas condiciones que los cerdos soportan en esta situación de hacinamiento y sobre el devastador impacto económico que sufren las comunidades de pequeños productores, que son forzadas a competir con las operaciones a gran escala de las multinacionales. La propia Smithfield ya ha sido multada a pagar 12.6 millones de dólares, y actualmente se encuentra sometida a una nueva investigación federal en EE.UU. por presuntos daños tóxicos al medioambiente derivados de sus lagunas de excremento porcino.
A pesar de esta evidencia, el incremento en el consumo de carne a nivel global, junto a los intereses de una poderosa industria obsesionada por las ganancias aún a costa de la salud humana, provoca que en vez de ser de ser clausuradas, estas espantosas prácticas industriales siguen propagándose por todo el planeta, en muchos casos sontenidas incluso con subsidios públicos.
Es por ello que se hace necesario, ahora más que nunca, que los productores industriales de carne porcina también rindan cuentas. Porque para lograr resolver esta crisis sanitaria global es necesario reevaluar el consumo de alimentos y su producción y exigir un proceso de investigación urgente sobre el impacto de estos modelos de producción masiva en la salud pública. Sólo así se podrá instaurar una nueva normativa que proteja a la población mundial de eventuales enfermedades pandémicas transmitidas por los animales.
AVAAZ.org está realizando una campaña de recogida de firmas a nivel internacional para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) investiguen y desarrollen nuevas normas para este tipo de factorías a fin de proteger la salud pública mundial.
Con toda seguridad, las grandes corporaciones de agro-negocios intentarán obstruir y echar por tierra cualquier intento de reforma, por lo que se hace necesaria una verdadera protesta masiva que las autoridades sanitarias no puedan ignorar. Es por ello que AVAAZ.org se ha propuesto como objetivo que, si recogen más de doscientas mil firmas, las entregarán en la sede central de la OMS en Ginebra con una piara de cerdos de cartulina. Por cada 1.000 firmas conseguidas, sumarán un nuevo cerdo a la piara.
Yo ya he estampado la mía, ¿a qué esperas tú para hacerlo?
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