Cuando uno saca conclusiones obvias de unos hechos tampoco es que se le deba tildar de lince analítico, sino de mínimamente razonable.
Es lo que le ha ocurrido a Luis Herrero, el gemelo mañanero de las alocuciones formidables que ese genio de la comunicación llamado Federico Jiménez Losantos nos regala desde la cadena de los obispos, la COPE.
Resulta que te invitan desde un partido afín al tuyo, junto a otros políticos europeos, a observar la celebración de un referéndum en un país extranjero que te permite la entrada sin problemas y que tus anfitriones te acojan como a cualquier otro visitante.
Sin embargo tú, acostumbrado como estás a los desvaríos disparados desde las ondas episcopales, te piensas que todo el monte es orégano y, lejos de limitarte a observar de una manera neutral lo que ocurre y después hacer públicas tus conclusiones de manera civilizada, si es que has observado algo fuera de lo normal, te dedicas a despotricar contra el Presidente electo del país que te acoge tildándolo de dictador y a cuestionar la transparencia de un sistema electoral que ha sido legitimado hasta por la oposición –es decir, el partido que te invitó- reconociendo la legalidad de los resultados de los comicios.
Y es que tú, estrella de la comunicación universal y paranormal, te has creído que un país como Venezuela es como la COPE, donde puedes vituperar a quien te dé la gana protegido por el escudo de misiles purpúreo de los obispos. Es como si te invito a mi casa y me llamas puta, igual te piensas que incluso te tengo la obligación de meterte en mi cama.
Se nota a leguas que a ti te importa un bledo que tu impropio comportamiento provoque un altercado internacional en el que se vean implicados tu gobierno y tu sacrosanta corona. Lo que de verdad te importa es continuar siendo esa estrella sin estela sobre la que los medios centren su atención en todo momento. Como si fueras un premio Nobel, vamos.
Luego te quejas como una llorona de que la policía te conduzca escoltado al aeropuerto y te meta a empellones en un avión invitándote cortésmente a abandonar el país. No te jodes, ¿qué te pensabas, que iban a hacer una fiesta nacional en tu honor? Habría que oírte a ti en tu cadena si viniera alguien aquí a insultar a tu rey, o al Papa, seguro que no parabas de dedicarle alabanzas.
No contento con ello, regresas a tu tierra y continúas con el circo mediático, sin ni siquiera plantearte la más mínima autocrítica, y poco más que exiges que tu gobierno le declare la guerra sin cuartel al venezolano, a ése al que tu compañero de tertulia radiofónica se permite el lujo de llamarle “gorila” y otras lindezas ante tus narices sin que de tu boca salga la más mínima exigencia del respeto con el que se supone se debe ejercer la profesión periodística.
Y, cómo no, intentas mover a los fieles peones de tu partido para que la cosa se convierta en un incidente diplomático de envergadura, dada tu condición de europarlamentario, mal educado pero parlamentario a fin de cuentas.
Pero he aquí que a tu partido, con la que le está lloviendo desde la Audiencia Nacional en Madrid, no le interesa tener más frentes abiertos, no sea que se desangre del todo, y se limita a efectuar una más que discreta protesta sobre el asunto, sin armar demasiado jaleo, y a otra cosa, mariposa.
Entonces, uno de los medios orquestados con los tuyos, con los de siempre, te presta el megáfono y es cuando dices la frase lapidaria, la conclusión unívoca de tu análisis exhaustivo de los hechos: “Creo que en el PP quieren prescindir de mí”.
Hombre Herrero, lince, lo que se dice un lince avispado, no eres. Porque pretender que te hagan homenajes y alabanzas heroicas cuando no cesas de causar problemas innecesarios es de ilusos. Son del Partido popular, que ya es bastante, pero no tontos.
4 comentarios:
Una pandilla de genios. Buen análisis.
Gracias, bomarzo. Es que hay cosas que son de cajón.
Me he reído leyendo el post, qué humor tienes,jajaja...Lo de invitar a casa y que encima te llamen puta...Menos mal que el "dictador" de Venezuela sabe poner a cada cual en su sitio, aunque no tenga el carisma de Fidel.
moro: es que el símil me ha venido al pelo.
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