El otro día me vino a ver la presidenta de la comunidad de vecinos de mi bloque. Venía a trasladarme las quejas del inquilino al que piso por hacer demasiado ruido por las noches. Yo no entendía nada de lo que la señora me explicaba, porque nada más pasada la media noche me entrego a la cama con un fervor desconocido, dado que he de madrugar mucho a la mañana siguiente. Pero ella insistía en que el vecino aseguraba que el alboroto era insoportable.
-Pero si duermo como un leño- me defendí.
-Pues él me jura por todos sus antepasados que a las cuatro de la mañana te pones a jugar a la pelota en el salón.-
-Ese tío toma demasiado.- afirmé yo sin comprender nada.
Después de una charla de más de una hora, donde le expliqué mis hábitos de sueño, incluso esa extraña manía que tengo de dormir sobre el costado opuesto al corazón porque me desvelan sus latidos, se marchó convencida de que la estaba dando rodeos con tal de no reconocer mi culpa.
Yo no le hubiera dado más importancia al asunto, un vecino al que no le caes bien por el motivo que sea y se dedica a difamarte ante el vecindario en un ajuste de cuentas sórdido y que no merece mayor atención, de no ser que, a las siete en punto de la mañana siguiente, cuando me disponía a salir del piso para acudir al trabajo, justo encima de la puerta, al lado del vetusto contador de la luz, apareció como por arte de magia un marcador de aquellos de tablillas que antes habían en los estadios de fútbol y que reflejaba un no menos enigmático resultado: 0-2.
Estaba claro que alguien me estaba ganando en casa y que en ese partido yo no jugaba de titular.
-Pero si duermo como un leño- me defendí.
-Pues él me jura por todos sus antepasados que a las cuatro de la mañana te pones a jugar a la pelota en el salón.-
-Ese tío toma demasiado.- afirmé yo sin comprender nada.
Después de una charla de más de una hora, donde le expliqué mis hábitos de sueño, incluso esa extraña manía que tengo de dormir sobre el costado opuesto al corazón porque me desvelan sus latidos, se marchó convencida de que la estaba dando rodeos con tal de no reconocer mi culpa.
Yo no le hubiera dado más importancia al asunto, un vecino al que no le caes bien por el motivo que sea y se dedica a difamarte ante el vecindario en un ajuste de cuentas sórdido y que no merece mayor atención, de no ser que, a las siete en punto de la mañana siguiente, cuando me disponía a salir del piso para acudir al trabajo, justo encima de la puerta, al lado del vetusto contador de la luz, apareció como por arte de magia un marcador de aquellos de tablillas que antes habían en los estadios de fútbol y que reflejaba un no menos enigmático resultado: 0-2.
Estaba claro que alguien me estaba ganando en casa y que en ese partido yo no jugaba de titular.
4 comentarios:
Ese partido lo tenemos que remontar con garra y amor a los colores. Cuando quieras salgo a calentar.
Pos ya sabes, vete ejercitando Rafa.
Pues como juegue Messi... (jijiji)
Feliz semana Jack!
Noimporta: entonces seguro que lo pierdo de calle. Menuda fiera el tío.
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