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22 diciembre 2008

Sobre la necesidad de un periodismo sin mordaza


Mal asunto cuando quienes estudian periodismo cuestionan la viabilidad de la profesión ante los embates de un futuro incierto. Cuando el esfuerzo y la dedicación por obtener una licenciatura se enturbian ante la certeza de que lo que se está aprendiendo tendrá escasa o nula utilidad en el momento de ejercer aquello para lo que te preparas.
Charlie Torres, la perilla de Sin Futuro y sin un duro -también estudiante de periodismo- se quejaba el otro día de la ausencia de “una base teórica de conocimientos generales que muy pocos tienen cuando llegan a la universidad”.
Charlie ha puesto el dedo en la llaga, el sistema educativo se aleja del conocimiento como bien imprescindible para el desarrollo humano y se decanta irremediablemente por la especialización. En las facultades de comunicación es imposible paliar dicha carencia y, además, se echa en falta el fomento de “la práctica y la destreza” necesarias para ser un buen periodista. Es prioritario cambiar el método y adecuar las enseñanzas a las exigencias cambiantes de la profesión.
Los años de mala práctica profesional han sumergido al periodismo en una crisis de credibilidad que ha conseguido que el pueblo abandone a los medios. No se ha satisfecho la necesidad de conocer y saber del lector. Los medios se han dedicado a establecer la agenda que mejor convenía a sus intereses, olvidándose por completo del consumidor final del producto. El periodismo ha vivido cómodamente apegado al poder, convencido que bajo esa sombra protectora los rayos del sol jamás le alcanzarían y ahora se encuentra en mitad de un desierto recalcitrante.
Han informado sobre un mundo poco creíble porque los periodistas se olvidaron por completo de contar lo que habían visto. La mercantilización de la información ha puesto la zancadilla a la prensa y el pie culpable de la caída no es otro que el de los propios medios.
Por eso ahora es más necesario que nunca un periodismo comprometido con la democracia y con el género humano. Un periodismo que cuente el mundo tal y como es, sin velos ni miradas de soslayo.
Frente al periodismo amordazado imperante en los medios tradicionales se impone otro más fluido y con el discurso claro, que sea capaz de convertirse en la voz del pueblo y que recupere aquella vieja tradición que reclama Charlie de cuando se decía que era el cuarto poder; la de dotar de voz a quien carece de ella.
En ello estamos, Charlie.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al periodismo le ha pasado como a la justicia: se ha politizado, o lo que es peor, ha sucumbido a intereses económicos.
(Hablo del periodismo en general, no de los periodistas en concreto)
Uno no puede ya ni creerse literalmente lo que lee o escucha en los medios.

Jack, aprovecho para desearte unas felices fiestas y un 2009 lleno de satisfacciones, tanto personales como profesionales.

Gregorio Verdugo dijo...

Ésa es la falta de credibilidad a la que me refiero, Noimporta.
Gracias por las felicitaciones, te deseo a ti y a los tuyos la mayor felicidad. Y yho que lo vea.
Un abrazo.