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13 noviembre 2008

Dos caminos, una misma meta


En lo que va de semana he leído dos magníficos artículos sobre la universidad y el mundo académico en general.

En el primero, publicado en El País y titulado “La descomposición de la Universidad”, José Luis Pardo disecciona con maestría lo que significa para la universidad el “proceso de Bolonia” y denuncia que bajo ese nombre pomposo se desarrolla en España una operación a la vez más simple y más compleja de reconversión cultural”.

Se queja el autor de que en “el nuevo mercado del saber” el hecho de que “se destine a los individuos a proseguir esta "educación superior" a lo largo de toda su vida laboral es algo ya de por sí suficientemente expresivo: solamente una mano de obra (o de "conocimiento") completamente descualificada necesita una permanente recualificación, y sólo ella es apta -es decir, lo suficientemente inepta- para recibirla”.

En el segundo,publicado en su blog y titulado “La academia y su laberinto”, Enrique Dans diserta sobre el sistema de tenure o de plaza en propiedad y afirma que “un profesor puede obtener mayor relevancia y un trabajo de una calidad académica mayor sometiendo éste, en lugar de a un circuito de supervisión ciega llevado a cabo por dos o tres personas, a la supervisión colectiva, multidisciplinar y permanente de la red”, y que “ya no puede aspirar a ser el que más sabe o el que tiene la mejor información sobre un tema en una clase o foro determinado, sino a ser el que mejor motive la discusión productiva sobre el mismo”.

Desde mi punto de vista, son dos maneras diferentes de concebir una misma finalidad, dos caminos distintos que pueden y deben llegar a un mismo destino. Aunque particularmente yo me quedo con el segundo, porque entiendo que el saber es muchísimo más saber cuando concurren todos en su elaboración.

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