El barrio donde habito se construyó para la Exposición del 29 en Sevilla, aquella que inauguró Alfonso XII junto a Primo de Rivera. Es uno de los barrios más castizos de la ciudad y, también de los más bonitos por sus calles ajardinadas y su abundancia de vegetación.
Yo suelo estudiar o leer al lado de una ventana desde la que se puede apreciar la amplia panorámica de jardines de una de sus plazas, conocidas como “tenis”. Y hoy, mientras me peleaba con los textos de María Pilar Diezhandino, desvié la mirada por la ventana y descubrí esta escena costumbrista donde las haya.
Se trata de una mujer recolectando jazmines en uno de los muchos jardines que los tienen a lo largo de mi barrio. Se le suele pedir permiso a la dueña del jardín que no pone reparo alguno en ello.
Hace ya tiempo era frecuente ver esta estampa por el barrio. Se trataba de mujeres que recogían las flores de jazmín y las unían en ramilletes pequeños mediante una horquilla, lo que se conoce como “moña”, para después venderlas por las avenidas del barrio a las mocitas guapas, que las lucían prendidas en el pelo.
Ya apenas se ven vendedoras de moñas, algunas gitanas quizás durante la feria de abril, pero a mí no se me olvidarán nunca los piropos con los que agasajaban a sus posibles clientas para colocarles la mercadería y el olor inconfundible de las moñas níveas.
Hoy al ver a esta mujer aplicándose sobre el jazmín me asaltaron los recuerdos y decidí coger la Canon y sacar la foto para subirla aquí.
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