A cuento de los toros

Imagen de Pedro Soler

Bocabit.com es un blog al que estoy suscrito y suelo seguir con asiduidad. Me gusta su forma sencilla de exponer los temas y la variedad de temática que ofrece.

The Rocker o René Fernández es su editor, un tío que tiene una forma de abordar la información muy peculiar y al que a mí me agrada particularmente seguir, aunque me deba un análisis gratis de este blog, dicho sea de paso. (Puede que quizás no lo haya hecho todavía por compasión).

Lo cierto es que hoy ha publicado un post sobre los toros, un tema espinoso donde los haya, y sobre el que me cuesta pronunciarme habitualmente.

René ha plasmado esta reflexión:

“¿Se podrían convertir los toros en una costumbre aceptada y respetada por la mayoría? Mientras exista el sufrimiento animal, lo dudo, pero estoy seguro de que si evolucionasen “las corridas” y encontrasen alternativas a clavarle una espada hasta la empuñadura al toro o a las banderillas que lanzan contra el animal; alternativas que no tengan que ver con el castigo físico, seguramente el resto de la gente apreciaría mejor “el arte” que, para algunos, es torear”

Me temo que no, amigo René. Esa alternativa, nunca mejor dicho, de bien poco vale. Si estamos en contra de los toros, cosa que me parece muy respetable, estamos en contra de la utilización de un animal nacido libre al servicio del espectáculo cruel para uso y disfrute de los humanos. El sacrificarlo o no es cuestión del grado de salvajismo del matarife de turno.

Supongo que si se tratara de humanos, a nadie le gustaría que lo soltaran en mitad de un círculo de albero para servir de cachondeo de una multitud enfervorizada, por mucho que le garantizaran que iba a salir ileso del ruedo. Pues aplíquese en igual medida al toro.

En lo que a mí respecta, no dejo de reconocer que me parece una salvajada, racionalmente hablando, lo que se hace con los toros en la plaza. Y también que encierra una belleza morbosa, la trágica hermosura de la muerte inminente, en su parafernalia.

Pero, si he de decir la verdad, soy de los que esperan que el toro empitone al torero y lo incruste contra el burladero. Debe ser por esa manía ancestral que tengo de ponerme al lado del más débil.

Desde mi punto de vista, los toros deberían estar sueltos y libres en el campo, como cualquier otra especie salvaje de las pocas que van quedando. Y que no me vengan con el cuento de que si no es por la fiesta estarían extinguidos, porque, ésa no es sino otra forma de justificar el salvajismo que a veces adopta el comportamiento humano.

Reconozco que requiere un valor excepcional hacer lo que hace un torero. Un valor del que, con toda seguridad, yo carezco. Pero soy de los que piensan que el valor humano está para ser demostrado en otras circunstancias muy diferentes a las de regocijar el morbo y servir de diversión generalizada a una multitud.