Engatusadas con el sueño de una vida mejor, las prostitutas se ven encadenadas a las organizaciones traficantes de personas durante años atrapadas en una deuda letal.
Un día cualquiera, mientras se dirige al mercado o al encuentro de sus amigos, un tipo de buen aspecto, que ya está al corriente de la precaria situación de su familia, aborda a la chica y la engatusa con promesas de una vida mejor en España. Le vaticina un futuro esperanzador como bailarina, camarera o cuidadora, cualquier cosa menos prostituta y que podrá ayudar a su familia a salir del atolladero económico.
Es el captador, el encargado de reclutar a las candidatas para la red de trata de blancas en la que presta servicio. Buscan a las mujeres en sus países de origen, buena parte de las veces incluso sin su consentimiento. Es el punto de partida del viaje a la nada de muchas extranjeras, que acaban ejerciendo la prostitución en España sin habérselo propuesto.
A partir de ese instante, una engrasada maquinaria de sicarios dirigida por el traficante de personas, también llamado “coyote”, se pone en funcionamiento, hasta que la chica queda atrapada en una tela de araña de la que es imposible escapar. El grupo, perfectamente organizado y jerarquizado, será el encargado de convertir el viaje de sus sueños en un calvario que no olvidará en la vida.
El primero que suele entrar en acción es el tramitador, que se encarga de conseguir los documentos, tanto si son auténticos como si han de ser falsificados, necesarios para poder viajar.
A continuación, el “chulquero” o prestamista, un usurero sin escrúpulos, es el encargado de financiar una operación que le generará unos intereses entre el quince y el veinte por ciento quincenal o mensual. La condonación de esta deuda, que llega a alcanzar cifras descomunales, es el principal eslabón que la mantendrá encadenada a la prostitución durante años.
Cuando llega la hora de viajar, el pasador se encarga de acompañarla, fingiendo ser un familiar o amigo, e introducirla en el país. Una vez aquí, pasa a recogerla el receptor, generalmente un taxista de confianza o un chulo de poca monta, que la depositará en el club de turno, propiedad del explotador, que suele ser un español.
Este individuo es el que percibirá un cuarenta por ciento de lo que gane la chica hasta que salde su deuda y, además, le cobrará aparte entre 30 y 90 euros diarios por el alojamiento y la manutención.
Es entonces cuando de verdad comienza la vida idílica prometida, recibiendo entre ocho y diez veces diarias durante 21 días consecutivos, sólo descansa los días del período menstrual, y generando un beneficio anual de 45.000 euros a la mafia que le proporcionó el viaje al paraíso.
Por supuesto está prohibido protestar o rebelarse y mucho menos intentar escapar.
Fuente: abc.es
Fotografía: El País
Un día cualquiera, mientras se dirige al mercado o al encuentro de sus amigos, un tipo de buen aspecto, que ya está al corriente de la precaria situación de su familia, aborda a la chica y la engatusa con promesas de una vida mejor en España. Le vaticina un futuro esperanzador como bailarina, camarera o cuidadora, cualquier cosa menos prostituta y que podrá ayudar a su familia a salir del atolladero económico.
Es el captador, el encargado de reclutar a las candidatas para la red de trata de blancas en la que presta servicio. Buscan a las mujeres en sus países de origen, buena parte de las veces incluso sin su consentimiento. Es el punto de partida del viaje a la nada de muchas extranjeras, que acaban ejerciendo la prostitución en España sin habérselo propuesto.
A partir de ese instante, una engrasada maquinaria de sicarios dirigida por el traficante de personas, también llamado “coyote”, se pone en funcionamiento, hasta que la chica queda atrapada en una tela de araña de la que es imposible escapar. El grupo, perfectamente organizado y jerarquizado, será el encargado de convertir el viaje de sus sueños en un calvario que no olvidará en la vida.
El primero que suele entrar en acción es el tramitador, que se encarga de conseguir los documentos, tanto si son auténticos como si han de ser falsificados, necesarios para poder viajar.
A continuación, el “chulquero” o prestamista, un usurero sin escrúpulos, es el encargado de financiar una operación que le generará unos intereses entre el quince y el veinte por ciento quincenal o mensual. La condonación de esta deuda, que llega a alcanzar cifras descomunales, es el principal eslabón que la mantendrá encadenada a la prostitución durante años.
Cuando llega la hora de viajar, el pasador se encarga de acompañarla, fingiendo ser un familiar o amigo, e introducirla en el país. Una vez aquí, pasa a recogerla el receptor, generalmente un taxista de confianza o un chulo de poca monta, que la depositará en el club de turno, propiedad del explotador, que suele ser un español.
Este individuo es el que percibirá un cuarenta por ciento de lo que gane la chica hasta que salde su deuda y, además, le cobrará aparte entre 30 y 90 euros diarios por el alojamiento y la manutención.
Es entonces cuando de verdad comienza la vida idílica prometida, recibiendo entre ocho y diez veces diarias durante 21 días consecutivos, sólo descansa los días del período menstrual, y generando un beneficio anual de 45.000 euros a la mafia que le proporcionó el viaje al paraíso.
Por supuesto está prohibido protestar o rebelarse y mucho menos intentar escapar.
Fuente: abc.es
Fotografía: El País
7 comentarios:
Todo apunta a que las campañas de sensibilización serían más efectivas en los países de origen, advirtiendo de la existencia de estas mafias y sus modos de trabajo, que aquí, en destino, que es donde estamos haciendo campaña para pedir a los usuarios que sean conscientes de lo que hay detrás de este negocio.
Bueno, por otro lado, supongo que ambas formas de sensibilización no son excluyentes...
Tienes razón, Carlos, pero este post forma parte de un trabajo sobre la prostitución en mi ciudad que estoy haciendo y que subiré aquí por parte. En conreto, esto sería un despiece de una información más amplia y con más datos.
Creo que la sensibilización tendría que ser en el pais de origen y aqui en España, donde esas chicas tiene que trabajar y aguantar mafias. Es terrible pensar que estan atrapadas, y que soñar en hacer una vida normal es algo utopico para ellas.
Creo que habria que vigilar mas ese sector, la policia, el gobierno etc. A lo mejor así se pordría de alguna manera paliar parte del problema. Esos sinverguenzas van a por ellas, hacen trata de blancas, las explotan y las tienen vigiladas, las amenazan , las quitan el pasaporte, las endeudan. Es una verguenza. carmen
Si la prostitución ( como el consumo de drogas, llamensé duras o blandas ) estuviese gestionada por los gobiernos... otro gallo cantaría, pero....
En cualquier caso, Jack... " Muy buena reflexión ".
Referente a los " usuarios ", como apunta Carlos Capote, si, seguramente sean conscientes, pero la testosterona... juega malas pasadas.
Me parece que la decisión de si es o no necesaria correponde al ámbito individual de cada uno. No estoy de acuerdo con quienes argumentan que los clientes contribuyen a la explotación, es como decir que los trabajadores de una fábrica de armas son los responsables de las muertes que provocarán después.
Creo que un poco más de libertad no vendría nada mal al asunto y, por supuesto, combatir la explotación y el tráfico de personas.
Gracias a las soñoras putas no morire virgén ¡progres de mierda!
Lobo solitario: pues eso, amigo.
Publicar un comentario