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30 julio 2008

Los comentarios en Internet


Son el símbolo por excelencia de la participación en Internet. Aunque no todos los utilizamos, no comprenderíamos la red sin ellos. Son los comentarios. En los medios, en los blogs, quizás la controversia de mayor alcance en el mundo virtual.
Aunque son producto exclusivo de Internet, sus consecuencias se están trasladando con demasiada frecuencia al mundo real. Y ahí es donde radica el debate.
Los hay que enriquecen el texto comentado, que no aportan nada interesante, que insultan e infaman a terceros y, también, los destinados a la autopromoción o el spam. De ahí que tengan defensores a ultranza, detractores empedernidos y gente a los que se la trae al pairo. Lo que está claro es que los comentarios en Internet no dejan a nadie indiferente.
Jeff Jarvis ha escrito en 233grados:
Mi razonamiento es que estamos analizando los comentarios desde un punto de vista erróneo. Pasamos tanto tiempo intentando cazar a los sucios topos que estropean el jardín que no vemos las frutas y las flores. Resulta mucho más productivo cuidar a las buenas personas y los buenos comentarios (bien sean dentro de un artículo o, mejor aún, a través de enlaces) que intentar limpiar obsesivamente la vida, que no puede evitar ser desordenada.Los censuradores tratan Internet como si fuese una propiedad de los medios y sólo ven lo malo.¡Mirad lo que está haciendo esa malvada red a nuestra civilización! Pero, por supuesto, eso es tan tonto como valorar al sector editorial en función de lo peor que se publica. Y es aún más incorrecto porque Internet no es un medio de comunicación, por mucho que la gente de los medios insista. Es, como dice Doc Searls, un lugar en donde charlamos. Vaya caminando al teatro y verá cómo hay una buena probabilidad de que escuche en el camino cosas idiotas, incultas, desagradables, antes de escuchar algo inteligente, bien escrito. ¿Hay que lanzar la bomba de neutrones? No; hay que seguir caminando.”
Tal y como está el patio, lo peor no es la existencia de los censuradores en la red, que los hay, sino que con estupideces como la condena a Julio Alonso por negarse a retirar de su blog un post en el que hablaba sobre un Google Bombing contra la SGAE, se van a hacer hasta necesarios.
Tan es así que hoy ya lo más común es amenazar con las jodidas medidas legales. Siempre será mucho más fácil y cómodo matar al mensajero y, de camino, sacarle una buena pasta que perder el tiempo persiguiendo a alguien que no se sabe muy bien quién es.
Un punto de vista contrario lo expone Gonzalo Peltzer en su blog Paper Papers de una manera contundente:
“Las redacciones son el resultado de un ejercicio continuo de inteligencia colectiva. La cuestión está en resolver si debemos sumar a los contenidos esa masa la inteligencia de los lectores que interactúan con nosotros. Cualquier editor sabe que es muy difícil agregar valor a la redacción: para eso hay que incorporar como periodistas a inteligencias capaces de compartir sus ideas con sus colegas y con los lectores. Son pocos los que tienen ideas que agreguen valor a los contenidos y de esos, pocos saben expresarlas. Gerenciar la inteligencia colectiva es una de las tareas más difíciles de la humanidad.
El periodismo suscita comentarios, pero los comentarios no son el periodismo. Las dos realidades conviven muy bien en Internet. La radio ya sabía de esto. A los periódicos los comentarios siempre volvieron empaquetados en los discursos de los gobernantes, en las presiones del poder y en las cartas de los lectores anormales. También por sus sitios de Internet, pero como las presiones, los discursos y las cartas, no siempre merecen publicarse.”
Es posible que a base de sentencias condenatorias y sumas espectaculares en indemnizaciones consigan hacer de nosotros unos censores eficaces. Pero espero que esa puñalada trapera a la libertad de expresión les pase también factura a ellos de manera ineludible, porque la red no admite Torquemadas.
Habría que añadir que ahora, además de “seguir caminando” como sugiere Jeff Jarvis, también se puede optar por instalar en el sitio un “filtro contra la estupidez” que nos mantenga a salvo de comentarios perjudiciales, aunque se corra el peligro de quedarse solo.
Y es que en la controversia siempre tiene cabida el negocio, que no entiende de debates intelectuales.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

lo importante es que alguien vea las flores y huela el perfume global del jardín!
besos y hasta la vuelta!

Gregorio Verdugo dijo...

No me preocupa demasiado que alguien comente algo inadecuado aquí, LP. Pero sí me preocuparía que me hicieran culpable de palabras no pronunciadas por mí.
Ahí radica lo complejo del asunto.
Un beso y que te diviertas.

Anónimo dijo...

Gestionar la estupidez colectiva es más complicado que la inteligencia colectiva, quizás por eso casi nadie lo hace.

Un saludo.

Gregorio Verdugo dijo...

J: siempre ingenioso y genial. Yo creo que gestionar lo colectivo, sea lo que sea, siempre es complicado y por eso hay pocos que lo intentan.
Un abrazo.