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02 junio 2008

El republicanismo pobre de Francisco Manuel Silva

El concejal de Juventud y Deportes en el Ayuntamiento de Sevilla, Francisco Manuel Silva, de Izquierda Unida, presume de republicano a las primeras de cambio. No es que haya nada malo en ello, todo lo contrario, sino que su republicanismo manifiesta cierta dosis de desafío y provocación innecesarias y se ampara bajo el paraguas de una institución pública.

Desde ese prisma, ha comenzado una “guerra de carteles” con declarada estética republicana que está dando demasiado que hablar. Primero fue el famoso ecualizador de luces moradas, amarillas y rojas y ahora un reloj de arena del mismo colorido, ambos para anunciar sendos conciertos.

Me parece incluso recomendable ser republicano, yo mismo me siento así. Pero el republicanismo, como manifestación individual de una concepción política, no tiene nada que ver con la institución a la que uno representa y cuyos recursos se utilizan. Es un discurso individual de postura política y no creo que sea conveniente la utilización de los mecanismos institucionales para darle bombo. Máxime cuando tras ese bombo obsesivo descubro claros indicios de un ego con una gran necesidad de autosatisfacerse.

Comprendo la obstinación de IU por hacerse ver y diferenciarse dentro del gobierno de izquierdas de la ciudad y comprendo también la desmedida ambición de Francisco Manuel Silva por hacerse notar, dada la juventud que ostenta y las ansias políticas que atesora. Ya se sabe que el proselitismo es inherente a la política. Pero no creo que sea lo adecuado la utilización de los recursos públicos para dar rienda suelta a su inventiva partidista.

Quizá se debería preocupar mucho más por gestionar adecuadamente el presupuesto que le han asignado y evitar ciertos alardes con cargo a los bolsillos de los sevillanos que, con toda seguridad, estaban de más. Un poco de seriedad, señor Silva, que no es contraproducente con la juventud y que uno no es más republicano por pintar carteles con ciertos colores.

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