No creo en el periodismo objetivo, no me trago que alguien sea capaz de desprenderse de sus convicciones mientras escribe. Por eso pienso que la mejor regla que existe en esto de contar las cosas es que hay que ser respetuoso con la noticia.
La interpretación es otra cosa, como el espejo en el que nos vemos reflejados cada día. En la interpretación se manifiestan las verdaderas intenciones de cada uno con claridad.
La forma más perfecta que soy capaz de concebir para hacer periodismo es efectuar una interpretación honesta de la noticia, basada en el respeto a la veracidad de los hechos. Es la mejor manera que conozco de no engañar a los lectores y, aún así, no siempre es fácil. El hombre es un ser retorcido hasta para las cosas más simples.
Por estas razones, siempre me cuesta tragar con cualquier tipo de censura, incluso con las que tienen como base una resolución judicial. No creo que exista mejor censura que la propia inteligencia humana.
Estos dos titulares refrendan dos maneras de posicionarse frente a la información. Una la del diario Público, otra radicalmente distinta del diario El Mundo. Incluso pudiera parecer que no se están refiriendo a la misma información.
La cuestión es:
¿Qué titular te invita más a la lectura de la noticia?
¿Cuál de ellos te parece que tiene mayor predisposición a informar?
¿Y el que tiene más mala leche?
¿Cuál de las dos intenciones es la que prefieres?
2 comentarios:
primero leería la segunda pero no dejaría tampoco de leer la primera, cada día suelo leer las noticias desde diferentes puntos de vista.
Hay que intentar conocer siempre qué piensa el contrario, eso nos hace ser mucho más acertados en nuestras propias ideas.
Buen trabajo , como siempre, Jack
El segundo parece un poco trabalenguas,no?
No tengo tiempo de contrastar la prensa así que nunca leería ElMundo, lo que me faltaba, ya me cabreo suficientemente leyendo las noticias en un diario un poco más humano como para encima tener que leer o escuchar comentarios casposos o carcas, el mundo ya está suficientemente feo como para seguir metiendo el dedo en la llaga.
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