“A mi modo de ver, no entienden bien la naturaleza real de ETA, que no parece tener nada de organización muy estructurada y tiene algo de franquicia. Basta con mirar de lejos qué personal transita por algunos pueblos vascos para advertir que las raíces de ETA siguen dando los mismos frutos envenenados, sin que nadie sepa atacar esa podredumbre en su raíz. Los primeros frutos podridos de las detenciones son las nuevas vocaciones que atizan. Ese personaje gritando “¡viva el País vasco libre..!” ante las cámaras de la televisión ha sido escuchado y entendido por centenares si no miles de adolescentes que están dispuestos a tirar piedras, primero, y matar, más tarde. Esa raíz podrida no parece preocupar a quienes se interesan por orquestar las detenciones, para dar publicidad a la ilusión de su fuerza… Me temo que las raíces de ETA siguen intactas…”
Juan Pedro Quiñonero en su blog “Una temporada en el infierno”.
En dos ocasiones, cuando todavía ETA despertaba simpatías en sectores de la izquierda de este país, tuve ocasión de pasearme por los trágicos escaparates de esa letal franquicia. Sólo entonces comprendí para siempre que la libertad jamás puede residir en el acto vil de apretar un gatillo desde la impunidad de la cobardía.
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