Mucho se debate sobre qué es y qué no debe ser el periodismo. Se llenan páginas en los diarios y se colapsan las redes con post encauzados a esclarecer el dilema. Traigo aquí un fragmento de un artículo de Gonzalo Peltzer en su blog Paper Papers que aclara bastante el asunto.
“El poder tiende a expandirse y odia el disenso. Parece que el ser humano quedó así desde que se cayó del Paraíso: intenta sojuzgar a todo lo que se le cruce para su exclusivo provecho. Por eso la historia está jalonada de abusos de poder y de intentos por limitarlo. Y por eso nacieron la democracia, la división de poderes, la alternancia en el gobierno y también el periodismo, por el impulso apasionado de luchadores que pretendían mejorar el mundo.
La sola información de los abusos ayuda a conjurarlos, pero además es función del periodismo denunciarlos. Mucho más cuando los otros organismos del estado no lo hacen porque están cooptados por el poder central. En el caso de la Argentina, al gobierno le molesta cualquiera que se oponga al esquema de poder dinástico establecido por el matrimonio presidencial. Intentarán acallar como sea las voces que se opongan a sus pretensiones y no les interesa arruinar los sueños de todo un país.
Algunos medios y periodistas sufren por esta situación. Otros la aprovechan y ofrecen al poder sus servicios como si fueran una empresa contratista o una prostituta. No hace falta nombrarlos. Ahí están.”
Además recomiendo que lean la entrevista a Lydia Cacho, “periodista mexicana comprometida y ejemplar” que publica voto en blanco, la verdad es que no tiene desperdicio y pone los pelos de punta.
“Yo, Lydia Cacho, a las mafias político-empresariales-criminales no les regalo mi libertad, ni mi derecho a estar cerca de mis amores y amistades. No les regalo ni una pesadilla más en su nombre, no les doy mi enojo sino mi paz interior; no les doy poder de ahuyentarme sino de saberse hombres y mujeres de espíritu pequeño.”
Sencillamente sensacional.
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