Uno de los debates más en boga en la red es la rentabilidad de la información en la web. Muchos piensan, y estoy de acuerdo, que no existe un modelo definido. A mí me lleva tiempo dando vueltas una idea en la cabeza, quizás un tanto descabellada, pero no por ello la voy a desconsiderar en absoluto.
Hoy, leyendo entre mis blogs favoritos me encuentro con esto:
“Se habla mucho de “periodismo ciudadano” y muy poco de los derechos del ciudadano sobre el periodismo, de la sociedad sobre la producción informativa. Si los medios de comunicación se llaman sociales, habrá que hacer social lo que producen, más aún si tenemos en cuenta que la materia prima de su construcción es la sociedad misma. Si estamos representados y construidos por los medios -recordemos su función social, el derecho a la información que prestamos y sus privilegios jurídicos-, deberíamos tener derecho como ciudadanos a acceder libremente a toda su producción retrospectiva. La prensa está más o menos cubierta en las bibliotecas, aunque el acceso debería ser abierto y universal (internet). Los medios audiovisuales, en cambio, son una apisonadora de lo efímero. ¿Cómo si no poder ejercer un derecho de acceso, consultar un “cuando dijo digo…”, utilizarlos en una clase, investigar sobre ellos, etc.?”
Lo encontré en un excelente artículo de Tíscar Lara en su blog sobre “la hemeroteca audiovisual” y es el borrador de un texto del laboratorio del procomún del Medialab-Prado de Madrid. La verdad es que el artículo no tiene desperdicio y recomiendo su lectura encarecidamente.
Pero lo que me lleva a escribir este post es la idea utópica que me ronda la cabeza desde hace tiempo y que tiene que ver con la financiación de la información en una sociedad cada vez más digitalizada.
Y como no me puedo callar por más tiempo, so pena que la idea se pudra para siempre, pues la lanzo y que sea lo que los gurús del tema quieran.
El periodismo es para mí un servicio público por encima de todo. La información es un valor añadido en una sociedad democrática, o al menos debería serlo, un canal aglutinador de los movimientos de concienciación ciudadana. El periodismo lo entiendo como elemento fortalecedor de la democracia.
Yo defiendo un periodismo de todos y para todos, con unas reglas claras, dictadas y aceptadas por la comunidad que conforma el mundo periodístico, es decir, los propios periodistas y los lectores o consumidores de información.
El problema que arrastra el periodismo desde que el tiempo es tiempo es su financiación, causa principal de la crisis de credibilidad que ahora lo ahoga. Los problemas de financiación han conseguido vulnerar la esencia pura del periodismo; el proporcionar una información veraz y de calidad, la búsqueda implacable de la verdad, cueste lo que cueste. La irrupción de financiaciones diversas ha sesgado la noticia y, a menudo, los titulares no son más que una lista de intereses acordes con los deseos del mecenas de turno.
Me gustaría que el periodismo fuera un bien de todos, un servicio público a la democracia que como tal estuviera financiado por todos, sin que ningún grupo de presión pudiese cambiar dicha consideración a su antojo. Habría que buscar la fórmula más idónea para ello, pero estoy seguro que fortalecería y dignificaría la profesión.
Parte del artículo de Tíscar va por ahí, lo que me consuela algo en cuanto a no estar plasmando aquí algo demasiado descabellado. Lo que sí entiendo es que puede ser un aspecto a tener en cuenta en el debate. El tiempo y la realidad lo dirán en su momento.
¿Tú qué piensas?
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