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24 enero 2008

Por un debate en la red


En este país no resulta paranormal que se paralice toda actividad a nivel nacional por un partido de fútbol, ni digno del espiritismo más acervado el que se neutralice el tráfico de una calle de tránsito porque ha de pasar una procesión, pero nos causa terror el que se pueda celebrar un debate electoral en la red, aunque pueda tener su impacto en la normalidad de la vida cotidiana. Somos así de temerosos.

Pero, en realidad, de lo que hablamos, no nos engañemos, es del control publicitario y mediático que supone la adaptación del discurso electoral a las nuevas tecnologías de la información en un medio o un concurso de ellos, sean quienes sean, que emitirán a través de sus ciberpáginas un debate abierto entre los futuribles a presidentes del gobierno de la nación (mira que es fea la palabra).

El o los medios que se lleven el gato al agua continuaran ejerciendo, sin duda alguna, la inherente tarea de intermediario, de filtrador, una suerte de censor a fin de cuentas. Y puede que también, esto último, sea un factor determinante a la hora de elegir quién emitirá el debate. A nadie le extraña que, en la sociedad en la que vivimos, todo sea cuestión de puro mercado.

Lo que está claro, a todas luces, es que yo no podré, por ejemplo, preguntarle a la cara al Presidente si sabe cuánto vale un café, directamente, para que me entienda sin necesidad de intermediarios. Y eso no me gusta, para nada.

Por el contrario, mis preguntas tendrán que pasar el tamiz de ojos extraños, que no son Jack, e incluso pueden no tener la suerte de ser seleccionada por el propio candidato en cuestión. Entonces quedará taimada o muda, como tantas otras veces, vacía en un banco de nubes virtuales.

Estoy de acuerdo, cómo no, con un debate en Internet, es más lo estoy deseando, pero puestos a que ha de haber filtros, como la lógica aconseja, que se efectúe a red abierta, en libertad, donde el único filtro posible sea el del candidato a la hora de seleccionar las preguntas que se han de responder. A fin de cuentas, al menos nos serviría como patrón de evaluación, un criterio más.

Creo que, razonablemente y con ciertas garantías pluralistas, aunque no todas ciertamente, es la mejor manera de afrontar este nuevo reto. Que no nos dé miedo explorar todas sus posibilidades. Si las tecnologías emergentes de la comunicación y sus potencialidades las vamos a malgastar haciendo lo de siempre, mejor nos quedamos como estamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy absolutamente de acuerdo contigo. Ojalá se pudiera hacer como dices: que el único filtro fuera el del mismísimo candidato. Si no es así, será “un debate más”, desperdiciando las novedosas oportunidades que da el medio de Internet.