Los mercaderes del terror abandonan los templos

Sus eminencias han cambiado los púlpitos por las calles, las promesas de reinos lejanos por los mítines políticos segundones y los bancos de madera salpicados de feligreses por el frío adoquinado de las calles de Madrid. Los obispos han decidido sacar la mentira y la amenaza a la rúe, seguramente porque ha perdido efectividad arrojada desde sus elevados estrados de las catedrales semivacías.

Durante la concentración organizada por el arzobispado el pasado día 30 en Madrid, bajo el lema “Por la familia cristiana”, el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, afirmó sin que se le cayeran los hábitos que en España “el ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que establece la familia como núcleo natural y fundamental de la sociedad”.

Lo que no dice Rouco, porque no le interesa, es que la misma Declaración, en su artículo segundo, párrafo 1, dice textualmente: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

Es obvio que la Declaración no se refiere para nada al concepto restringido y exclusivista que el arzobispo tiene de la familia, puesto que sólo las cristianas serían para él tales, al igual que los matrimonios efectuados dentro de dicha creencia, en detrimento de los demás.

Y como andan desorientados y no saben qué hacer ante la evidente falta de interés en sus tronos terrenales de santidad, estos mercachifles del miedo eterno vuelven de nuevo a las andadas y nos amenazan con sombras y tinieblas, con reinos tenebrosos infestados por el germen del mal, donde seremos cocinados a fuego lento en la caldera ígnea de la salvación.

Me resulta patético e irrisorio que la iglesia, seguramente quien más tiene que callar en cuanto a respeto a los Derechos Humanos, se convierta ahora, de repente, en fiel valedora de los mismos. Yo le preguntaría al ínclito Rouco qué fueron de las concentraciones en defensa de tales derechos durante la dictadura franquista. ¿O es que entonces los Derechos Humanos Universales no existían? ¿Cuántas realizaron exigiendo el mismo respeto entonces? Ninguna, todo lo contrario, se dedicaban a pasear bajo palio purpurino al gran exterminador de los derechos del hombre, como si de uno de sus santos se tratase. ¿Dónde estaban Rouco y sus secuaces engolados entonces?

La práctica de la hipocresía ha sido una de las características primordiales de las prédicas desde sus púlpitos desde que el mundo es mundo, ahora no vamos a descubrir nada nuevo, pero me parece de una cara dura inconcebible que, además, la celebración de dichos actos privados se efectúe a costa del dinero público, ya que el Ayuntamiento de Madrid ha sido el que ha dispuesto la plataforma de 42 metros de larga y la pantalla de 24 metros cuadrados que se utilizaron para la celebración del acto.

A no ser que quienes no confiesen de dicho credo estén exentos de pagar impuestos al Ayuntamiento de la corte.

Por cierto, ¿respetará la iglesia católica los Derechos Humanos Fundamentales de los menores inmigrantes en los centros de acogida que ha solicitado gestionar a la Consejería de Bienestar del Cabildo Insular Canario? Porque en su mayor parte son musulmanes. ¿Les van a imponer la fe católica o vamos a tener que asistir al espectáculo nunca visto de los católicos educando en el Islam?