Que alguien me diga el sentido de las miradas, la palabra estática de los gestos, la determinación que se asoma a los dedos que pulsan las teclas. Que alguien me lea la realidad que se me escapa, caminando una calle cualquiera, asomando mis ojos sigilosos a las vidas ajenas. Que alguien me revele el misterio de la espera, de esos brazos cruzados, impacientes, sabedores de antemano de la respuesta. Que alguien me lo cuente, alguien que lo vea.
31 enero 2008
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2 comentarios:
Cincuenta kilos de apretadas carnes que a veces hacen apagar la máquina y condensan durante breves instantes el sentido de la vida.
Un saludo.
que decirte, tienen todo el sentido o ninguno... depende de todo el conjunto, la inseguridad, la sosobra es lo que nos hace vernos como lo describes
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