La fiesta que pone fin al Ramadán islámico, Eid al-Firt, y que marca el final del ayuno, consiste en el sacrificio de un cordero mediante un rito al uso; un matarife autorizado por un imán tumba al animal en el suelo sobre su costado izquierdo y lo orienta mirando a La Meca, mientras reza una oración, y le corta la garganta. Tras limpiarlo y apartar las vísceras, se lo cede a las mujeres que se encargarán de cocinarlo.
Esta tradición religiosa de la comunidad islámica encuentra verdaderas dificultades para ser puesta en práctica en nuestro país, ya que la ley regula que el sacrificio debe efectuarse en un matadero y que el animal sacrificado no puede abandonar las instalaciones antes de que la carne esté por debajo de siete grados, lo que supone que ha de permanecer en las cámaras de oreo alrededor de 48 horas e impide satisfacer la alta demanda de la población musulmana en estas fechas.
Como suele ocurrir casi siempre con estas cosas, al final todo queda reducido a la suficiencia de medios económicos de cada cual, ya que, quienes pueden permitírselo, sacrifican a su propio animal en alguna propiedad apartada donde nadie pueda interferir.
Tal vez por ello, el líder libio Muamar Gadafi, durante su reciente visita a Sevilla, se permitió el lujazo de sacrificar junto a toda su comitiva un cordero en plena calle, a las puertas del hotel-hacienda “La boticaria” de Alcalá de Guadaíra, sin que apareciera ninguna autoridad que se molestara en explicarle (quizás exigirle) las escrupulosas medidas higiénico-sanitarias occidentales. Y es que se ve que esto de las religiones, la cartera también pesa lo suyo.
Esta tradición religiosa de la comunidad islámica encuentra verdaderas dificultades para ser puesta en práctica en nuestro país, ya que la ley regula que el sacrificio debe efectuarse en un matadero y que el animal sacrificado no puede abandonar las instalaciones antes de que la carne esté por debajo de siete grados, lo que supone que ha de permanecer en las cámaras de oreo alrededor de 48 horas e impide satisfacer la alta demanda de la población musulmana en estas fechas.
Como suele ocurrir casi siempre con estas cosas, al final todo queda reducido a la suficiencia de medios económicos de cada cual, ya que, quienes pueden permitírselo, sacrifican a su propio animal en alguna propiedad apartada donde nadie pueda interferir.
Tal vez por ello, el líder libio Muamar Gadafi, durante su reciente visita a Sevilla, se permitió el lujazo de sacrificar junto a toda su comitiva un cordero en plena calle, a las puertas del hotel-hacienda “La boticaria” de Alcalá de Guadaíra, sin que apareciera ninguna autoridad que se molestara en explicarle (quizás exigirle) las escrupulosas medidas higiénico-sanitarias occidentales. Y es que se ve que esto de las religiones, la cartera también pesa lo suyo.
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3 comentarios:
Aprovecho la gran oportunidad que me brindan éstas fechas para cagarme en el fanatismo, en el dinero, y sobre todo en el alma humana.
Me cago en todos vosotros.
Éstos dias no habrá botella ni droga que me calme.
Saludos, Jack.
Saludos J, al parecer la pasta te acerca bastante a la santidad, sólo hay que echarle un vistazo a las diferentes religiones con las que suelen aborregarnos.
hace unos años este líder estaba considerado como terrorista...y quien tenía relación con él era sospechoso de colaborar en sus crímenes, ya lo dicen los viejos: el dinero cambia el nombre de las cosas.
´Cuanto has escrito estos días!
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