El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, ha salido en defensa de la Policía Local de la ciudad ante su amago de boicot a la etapa de la Vulta Ciclista a España que se celebrará hoy en la ciudad hispalense.
El regidor ha justificado la presión del cuerpo policial manifestando “que en "ningún momento ha amenazado a nadie y menos a la ciudadanía", sino que se trata de la "estrategia de un sindicato", pues la Policía Local "no ha puesto en duda en ningún momento" nada en relación a la organización de la celebración, el sábado día 28 de agosto, de la primera etapa de la Vuelta Ciclista a España en Sevilla”.
Según la nota de Europa Press, “el edil explicó que en defensa de intereses corporativos económicos y colectivos, se han planteado una serie de cuestiones que son "habituales cada vez que hay un acontecimiento en Sevilla, como en Semana Santa o Feria". Según Monteseirín "es usual" que desde el punto de vista sindical se establezcan "esta serie de estratagemas para intentar presionar y conseguir determinados objetivos, legítimos seguramente, más o menos oportunos, con respecto a horas extra o cuestiones de carácter económico".
Este ejercicio de hipocresía pública del alcalde pone de manifiesto que hay huelgas y huelgas invisibles, a las que no conviene proporcionar el tratamiento habitual destinado a las primeras.
La celebración de este evento deportivo en la ciudad supondrá unos ingresos de 2,5 millones de euros, amén de lo determinante en cuanto a proyección e imagen de la ciudad a escala nacional e internacional. Estamos, por tanto, ante una celebración relevante con notables beneficios para la ciudad en general, algo parecido a Semana Santa y Feria, pero a menor escala.
Sin embargo, aquí no conviene hablar de “ciudad secuestrada” a causa de las reivindicaciones de un colectivo, ni tampoco de “ciudadanos rehenes de unos cuantos”, ni otras lindezas por el estilo.
La Policía es un brazo articulado del poder y, por tanto, no puede tener el mismo tratamiento que otros empleados municipales que en su osadía plantean pulsos al poder municipal.
No existe ningún cuerpo policial que sea “beneficiario”, pero son necesarios para imponer los arbitrios del poder al resto de los ciudadanos. De ahí que ese déficit sea asumible sin rechistar por los gestores del dinero público. Y puestos a argumentar, tan necesaria o más es la limpieza pública o el transporte como la seguridad ciudadana.
Es lo que justifica el lenguaje eufemístico y la defensa hipócrita de Monteseirín; con ellos no interesa tensar la cuerda, con ellos no caben la privatización y la externalización de servicios. La Policía es el brazo ejecutor de la ideología que ostenta el poder y conviene tenerlos contentos. Son personas muy útiles, porque sólo entienden de justicia cuando les concierne a ellos, si se trata de los demás sólo existen las órdenes incuestionables.
¿Qué alcalde en sus cabales cometería la tontería de desprenderse de alguien así? A fin de cuentas, la hipocresía tiene cierto hálito de inherente al cargo y estas huelgas siempre interesa evitarlas.
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