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17 enero 2010

Hablando sobre divulgación científica en Sevilla


Fotografía: Público


Tradicionalmente las relaciones entre los periodistas que se dedican a la información sobre la ciencia y la comunidad científica no han sido lo que se podría calificar como cordiales. En las facultades de comunicación, bajo el epígrafe de periodismo científico, se nos enseñan los entresijos del eterno debate de si es mejor que la información científica sea producida por periodistas especializados en la materia o por científicos con vocación y actitud divulgadora. Y generalmente lo hace un periodista, sin participación alguna de la comunidad científica.

Sobre este enrevesado tema debatieron ayer en una mesa redonda organizada por el CESIC en la Casa de la Ciencia de Sevilla los columnistas del blog que el diario Público dedica a la ciencia. Bueno, sobre esto y también sobre el sexo de los ángeles y las pelusillas del ombligo, todo bajo el sugerente título “Destinatarios, medios y remitentes de la divulgación científica”. Porque se trataba de disertar sobre el valor del conocimiento científico y la necesidad de divulgarlo para que llegue al mayor número de gente posible.

En la mesa, José María Bermúdez de Castro, director del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH), Manuel Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de Universidad de Sevilla, Carlo Frabetti, matemático, escritor y guionista, Miguel Delibes de Castro, profesor de investigación del CSIC y Juan Varela, periodista y reconocido blogguer. Al otro lado de la barricada de la ciencia, alrededor de una treintena de docentes, investigadores y algún que otro periodista. Todo un lujo para una brillante mañana de sábado.

La charla comenzó con una explicación por parte de los ponentes de los objetivos que se marcaron a la hora de aceptar el reto de hacer llegar cada semana a la gente con un lenguaje mínimamente inteligible los logros de su campo de trabajo y su repercusión en la sociedad.

Así, la divulgación de la ciencia se impone como necesaria para la comunidad científica puesto que es una manera de justificar los fondos públicos en investigación. Hablar de lo que no se sabe y hacer la ciencia divertida e inteligible, supone todo un reto tan necesario como útil para una sociedad que muestra una clara y preocupante tendencia a perder todo rasgo de racionalidad.

En lo referente a los medios, se consideró la televisión como el peor de ellos para una óptima divulgación científica, resaltando sin embargo las posibilidades que ofrecen tanto la radio, como la prensa escrita e Internet.

Los científicos defendieron la necesidad de despertar y educar la curiosidad del público, porque la ciencia no es magia y no se debe confundir credibilidad con credulidad. Y se quejaron amargamente de que rara vez no se ven en la obligación de enmendar la plana a los periodistas que se dedican a informar sobre la ciencia. A su vez, el único periodista que estaba en la mesa, Juan Varela, reivindicó que para despertar la curiosidad de los lectores, primero hay que despertar la de los periodistas.

Tras la rueda de debate con el público asistente llegó la parte de autocrítica, en la que se resaltó la necesidad de que los científicos abandonaran sus tradicionales torres de marfil y su lenguaje críptico prebabilónico y salieran a la calle a exponerse a las miradas de la gente. En definitiva, pringarse más en los problemas de los mortales, sin que para ello se alejen demasiado de la resolución de los divinos.

Porque si de lo que se trata es de impregnar del pensamiento científico a la sociedad, lo primero y más necesario es que la comunidad científica se haga visible, que se muestre y participe de la vida cotidiana de la gente, que opine sobre los problemas cotidianos que todos padecemos, ellos también, y que tengan una interactividad con la sociedad de la que hoy carecen.

Sólo así se podrá conseguir frenar el vertiginoso descenso de la vocación científica en este país y defender la causa de la racionalidad. Por ello desde la mesa se animó a todos los asistentes a divulgar la ciencia en sus ámbitos profesionales y a convocar todos los sentidos de los lectores cuanto más abstracto es el concepto que se quiere transmitir.

Aún así, la conclusión unánime no puede ser otra que la ciencia en este país, por el momento, goza de buena salud. Y que los científicos, poco a poco, van saliendo de la cueva hermética en la que han estado metidos todos estos años.



4 comentarios:

megustas dijo...

Se debería hacer programas de Tv en los que se nos acercara más a todo el mundo cientifico:comprender con palabras sencillas lo que hay detrás de todo lo que nos rodea, saber, conocer, escuchar y maravillarnos de lo mucho que podemos avanzar si fueramos por este camino, ellos saldrían reforzados por continuar porque el público estaría orgulloso de saber lo que hacen y hacia donde podemos llegar.

Gregorio Verdugo dijo...

megustas: y te aseguro que, además, lo saben hacer de manera divertida.

Anónimo dijo...

Muy interesante el debate: científicos y periodistas disertando sobre cómo llevar la ciencia a los lectores. Me pregunto, ¿alguien habló de la educación previa de esos lectores? No vaya a ser que, de tanto divulgar, caigamos en la vulgarización. El interés por el conocimiento científico empieza en la escuela y luego, si te molan estos temas, sigues leyendo Scientific American, Science, Nature, etc... Otra pregunta: ¿por qué la TV no es buena e Internet sí para divulgar ciencia? Es que no fui a la charla...

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: efectivamente, la petición de um esfuerzo en la divulgación iba especialmente durigida a los docentes, que había bastantes en la sala.
En cuanto a lo de la televisión, adujeron que en en dicho medio o se hacie muy bien o se corre el peligro de que sean monigotes que hablan, textualmente.