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08 julio 2008

El 37 Congreso de la desilusión


El 37 Congreso Federal del PSOE despertó un caudal de ilusión entre muchos militantes de base, entre los que me incluyo. La ponencia marco y las enmiendas presentadas a la misma hacían posible un hilo de esperanza de que el partido escuchase a la sociedad y se hiciera eco sin cortapisas de sus demandas.

Sin embargo, no puedo ocultar que en muchos casos esa ilusión rejuvenecedora se ha hecho realidad sólo a medias y que, en muchos otros, se ha convertido en una insípida decepción que nos posterga a esperar otros cuatros años y a seguir insistiendo en nuestras propuestas.

En esta ocasión, la militancia de base ha pasado a la cúpula dirigente por la izquierda como un obús. Es significativo que las bases, que son el termómetro del pulso de la sociedad más real con el que cuenta un partido, hayan tenido que ver sus exigencias recortadas y convertidas en una declaración de intenciones de dudosa plasmación real.

En lo referente a la laicidad del Estado, el miedo al cambio se ha puesto de manifiesto en un escenario pomposo, más diseñado para el espectáculo que para el debate político de fondo, y las aspiraciones de quienes piensan que ya es hora de desvincular el aparato del Estado de las prácticas religiosas se han quedado reducidas a una ambigua declaración de intenciones y un trémulo mensaje de advertencia a la Iglesia Católica, que dudo mucho tenga los efectos deseados.

En lo que a mí concierne, el parón que más me ha decepcionado es el que se le ha dado a la cibermilitancia, ignorando por completo las recomendaciones de la Enmienda Facebook y mostrando a todas luces que el partido aún no ha entendido lo que significa la red en su globalidad. Vislumbro las nubes del miedo tras esta actitud tímida y reticente, que se niega a aceptar una realidad ampliamente implantada posiblemente por el hecho de no saber dar la respuesta adecuada.

Si el PSOE entiende la red como plataforma exclusiva de propaganda política es que no comprende lo que Internet significa y sus posibilidades reales. Es triste, pero es así. Si por algo se caracteriza la red es por la participación y la implicación de sus integrantes, justo lo que se les ha negado en este Congreso.

Es cierto que aquí no se acaba la vida y que se han dado pasos novedosos, pero la conexión del partido con las exigencias de las bases debe mejorar sustancialmente si queremos seguir abanderando el cambio de este país.

No pierdo la esperanza de que sigamos avanzando, pero hemos perdido una oportunidad de oro para abanderar la cibermilitancia y crear una conversación en el seno del partido que enriquezca el debate y apunte sin miedos ni frustraciones hacia la ciberdemocracia. En lugar de ello, hemos apostado por unos cibersimpatizantes bastante descafeinados.

Otra vez será, o al menos eso espero.

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