Mi obra literaria

23 marzo 2015

Los vietcongs cada vez son menos

Cuenta Manuel Jabois en su análisis sobre el resultado de las elecciones andaluzas celebradas ayer que “el Psoe es una especie de tradición, algo que se da como caído del cielo”. No le falta razón. El resultado de ayer y rodeado de las circunstancias en las que se ha producido así lo confirma.

La victoria de los socialistas ha sido incontestable y ha puesto otra vez de manifiesto que la maquinaria electoral del partido en Andalucía está en un estado de forma formidable. Sin embargo, hay triunfos que llevan implícitos una cierta dosis de amargor. Y éste puede que sea uno de ellos.


En alguna ocasión he contado en este blog lo que me contó un día un veterano dirigente socialista sobre lo que él bautizó como “el efecto vietcong”. Ocurrió una de las veces en que el PSOE andaluz se vio obligado a pactar con otro partido para formar gobierno. 

El dirigente adversario que tenía que negociar con él las condiciones del pacto se quejaba con amargura de que en su circunscripción electoral siempre ocurría lo mismo año tras año. El electorado socialista aguantaba camuflado en el entorno todos los chaparrones habidos y por haber, como los vietcongs durante la guerra de Vietnam, y cuando llegaba el día de las votaciones salían en tromba a dar la cara y derrotar al enemigo en la trinchera de las urnas. Estas elecciones han desvelado que con el transcurrir del tiempo los vietcongs cada vez son menos. Y es algo que no es sólo aplicable al Psoe.

Si analizamos los datos producidos por las diferente formaciones políticas con respecto a años anteriores, la dulzura de la victoria quizá no sea ya tan melosa. En el caso del Partido Popular, Izquierda Unida y UPyD el amargor del desenlace final tardará bastante tiempo en diluirse.

En número de votos recibidos el vencedor se ha dejado por el camino 119.000 votos desde la las elecciones de 2012, cuando venció el PP de Javier Arenas, aunque de nada le sirviera después. Pero si lo comparamos con la última victoria socialista, la que se produjo en 2008, la sangría de votos se eleva a casi 770.00. Y si lo hacemos con la victoria más holgada del partido del puño y la rosa en Andalucía, la que ganó Chaves en 2004, la cifra de votos perdidos sobrepasa los 850.000. Calificar una victoria así como histórica es cuanto menos hiperbólico.

Al Partido Popular no le ha ido de manera muy diferente. Con respecto a la victoria de Arenas ha perdido más de medio millón de votos. Pero si se compara con el año en que más votos obtuvo, también en 2008, la cifra sobre pasa los 666.000. 

Sin embargo, tanto Izquierda Unida como UPyD concentran sus mayores pérdidas de voto en la comparativa de los dos últimas convocatorias electorales. La federación de izquierdas ha perdido más de 164.000 votos desde 2012 hasta aquí y el partido magenta de Rosa Díez casi 53.000.


En clave de porcentaje de voto recibido, el Psoe ha subido 4,13 puntos respecto a 2012, pero ha perdido casi 13 en relación a 2008 y casi 15 si se compara con la su espectacular resultado de 2004. Además hay que añadir que el de 2015 ha sido el peor resultado en toda su historia en las elecciones andaluzas.

En el caso del PP, la mayor pérdida de porcentaje de voto obtenido se ha producido en estos últimos comicios con casi un 14%, muy por encima del 11,5 que reflejan los datos si se comparan con su mejor año, el 2008. Izquierda Unida y UPyD han descendido 4,4 y 1,4 puntos respectivamente en relación a 2012.


Otro dato a tener en cuenta es el grado de participación y el número de abstenciones. Tradicionalmente se nos ha vendido que a mayor participación salía beneficiado el Psoe. Por el contrario, un alto grado de abstención siempre se decía que favorecía a los populares. En esta ocasión no ha sido ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

En estos comicios la participación ha subido en casi cuatro puntos. Pero, hay que tener en cuenta que la cita con las urnas en la que mayor abstención se produjo fue precisamente la anterior, cuando más de 2,5 millones de andaluces decidieron no a votar (39,22%). En ambos casos, los beneficiados en esta ocasión no han sido ni PP ni Psoe, sino la irrupción de Podemos con 15 diputados y la de Ciutadans con 9.

No obstante, convendría no olvidar que las elecciones con mayor número de votantes fueron las de 2008 con más de 4,52 millones (72,67) y que en las de ayer ese número descendió en más de medio millón de personas respecto a dicho año y la abstención fue 8,7 puntos mayor que entonces. Sí se confirma la tendencia de que a mayor participación sale beneficiado es espectro de la izquierda.

En lo que se refiere a los partidos de nueva aparición, resulta curioso que la mayoría de los medios ha volcado el énfasis en que Podemos no ha colmado las expectativas. Comparto lo que Carlos Mármol expresó en un acertado tuit: “hay dos tipos de análisis del 22M: los que se basan en datos y los que interpretan expectativas. Los primeros son periodismo”. 

Cuando una formación política de nuevo cuño como Podemos, a la que la convocatoria de elecciones la coge a contrapié y sin infraestructura alguna, cubriendo los gastos de la campaña sólo con aportaciones voluntarias de sus militantes y sin apoyo alguno de la banca y recibiendo a diario el fuego de toda la artillería mediática (e interesada) de este país, consigue 15 diputados, la mayoría de los medios hablan de fracaso en relación con las expectativas que habían levantado las encuestas. Como también dice el maestro: “cuando el sabio señala a la luna, el tonto (o el interesado) mira el dedo”.


Otro dato a resaltar, aunque algunos esgrimirán la milonga aquella de que estas elecciones no son extrapolables a otras, es la pérdida de fuelle del “efecto Zoido” en la capital hispalense. El PP ha perdido en la ciudad de Sevilla casi 60.000 votos en comparación con las autonómicas de 2012, el Psoe más de 18.000 e Izquierda Unida 13.000. Por el contrario, Podemos ha obtenido más de 66.000 mil y Ciutadans más de 42.000. A dos meses de las próximas elecciones a la Alcaldía de la ciudad es como para que más de uno se lo piense.


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