Ecologistas en Acción de Sevilla denuncia en un comunicado que el Ayuntamiento “ha vuelto a rociar de herbicidas el barrio de Rochelambert cuando se había comunicado a los vecinos que la del año pasado ya iba a ser la última vez”. Se quejan de que la semana pasada, las calles Juan Carballo y Puerto del Escudo “han sufrido un nuevo episodio de fumigación con herbicidas tóxicos”.
Según la organización ecologista existe “indignación en el vecindario porque tras la fumigación del año pasado el Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento se comprometía a mantener los parterres del arbolado exclusivamente con medios mecánicos”.
Este año, añaden, tras el desbroce mecánico, “se ha fumigado de nuevo con el consiguiente riesgo de toxicidad”, ya que dicha fumigaciones “son especialmente graves por tratarse de zonas frecuentadas por niños y niñas que son especialmente sensibles a estos productos venenosos”.
Advierten que el herbicida utilizado —el glisofato, más conocido como RoundUp y comercializado por la firma Monsanto— es especialmente “tóxico para las personas y el medio ambiente”. Según estudios de la Universidad de Caen en Francia se ha demostrado que dicho herbicida estimula la muerte de las células de embriones humanos y que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al mismo, incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura.
Dichos estudios han determinado que una exposición 500 veces menor a la que tiene lugar en los campos tratados con este herbicida induce a la muerte celular y que cada preparado viene acompañado de otras sustancias que facilitan su absorción y que multiplican su toxicidad.
Dichos efectos han llevado a la Unión Europea, según Ecologistas en Acción, a legislar para limitar el uso de los plaguicidas y a obligar a los Estados miembros a “velar porque se minimice o prohíba el uso de plaguicidas en zonas específicas como las carreteras, los espacios utilizados por el público en general, o por grupos vulnerables, los parques, jardines públicos, campos de deportes y áreas de recreo, recintos escolares y campos de juego y los espacios cercanos a los centros de asistencia sanitaria”.
Además informan de que Sofía Gatica, premio Goldman 2012 —el equivalente al Nobel de Medio Ambiente—, y las Madres de Ituzaingó han logrado demostrar “la relación directa de las fumigaciones de glifosato a los campos de soja junto a las casas de su barrio en Córdoba (Argentina) con las decenas de casos de bebés con malformaciones, muertes por cáncer, leucemias, enfermedades respiratorias y dermatológicas, etc.”
La organización ecologista exige que estos tratamientos sean sustituidos por “métodos no contaminantes, que no dañan la salud ni el medio ambiente, escardas manuales o mecánicas mediante desbrozadoras, utilizadas por operarios de Parques y Jardines hasta hace poco en estos mismos lugares, o térmicos con quemadores con infrarrojos, que son comunes en los países de la Unión Europea”.
También consideran de vital importancia “cambiar el concepto de mala hierba”, porque “ninguna planta es mala, ya que fijan carbono y nitrógeno del aire y lo convierten en alimento para los animales, siendo la base del ecosistema” y además “bombean con sus raíces nutrientes del suelo hacia la superficie, para ponerlos a disposición de otras plantas, animales y microorganismos, protegiendo los suelos y la vida que hay en ellos del sol directo y la lluvia y frenando la erosión”.
Ecologistas en Acción se pregunta “qué intereses habrá en la compra de estos tóxicos por el Servicio de Parques y Jardines y sus contratas para insistir en su uso, llegando a mentir a la población”.
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