Mientras la ofensiva
israelí continúa en la Franja de Gaza, los enfrentamientos en Cisjordania,
unidos a semanas de redadas y arrestos efectuados por las fuerzas israelíes,
están erosionando el ya frágil bienestar psicológico de los palestinos, según afirma
en un comunicado la organización médico-humanitaria Médicos
Sin Fronteras (MSF).
La represión de las
fuerzas israelíes tras el secuestro de tres adolescentes colonos en junio
incluyó cientos de irrupciones violentas en domicilios y arrestos en todo el
territorio ocupado de Cisjordania. En las últimas semanas, la violencia
empleada por las fuerzas israelíes contra los manifestantes ha desembocado en
varios muertos y heridos, pero también ha deteriorado aún más la salud mental
de la población.
Entre mediados de junio
y julio, informa la organización humanitaria, “los equipos psicológicos de MSF
han atendido a 1.146 personas en Hebrón y zonas vecinas. La ansiedad, el estrés
postraumático, los trastornos psicosomáticos y la sensación de acoso son
algunos de los problemas más comunes entre los pacientes”.
“Ha habido irrupciones
violentas en domicilios, que incluyen redadas casa por casa, además de agresiones
y arrestos violentos”, dice Srijeeta Verma, coordinadora del proyecto de MSF en
Hebrón, quien añade: “La escalada de violencia ha tenido un enorme impacto en
los palestinos”.
MSF lanzó una respuesta
de emergencia el 18 de junio para llegar al mayor número de personas posible a
través de su programa de salud mental con base en Hebrón. La larga ocupación y
la violencia crónica que sufren los palestinos en Cisjordania hacen que sus
necesidades psicológicas no estén cubiertas en absoluto. La reciente ola de
redadas, arrestos y lesiones sufridas durante manifestaciones están
incrementando estas necesidades.
Muchos de los pacientes
de MSF en Hebrón son niños, en algunos casos en estado de shock tras ser
testigos de escenas de violencia o que sufren problemas para conciliar el sueño
por miedo a que tenga lugar una redada en su casa por la noche. “Son testigos de la violencia que está
teniendo lugar frente a sus ojos. Están viendo cómo arrestan a sus padres o
cómo destruyen casas”, afirma Srijeeta Verma.
“Nos dijeron que
evacuáramos la casa, y en ese momento llegaron todoterrenos militares y
excavadoras y la demolieron”, explica Zeinab Saeed Daher, una paciente de MSF
en Khalet al Furn, una zona en las afueras de Hebrón situada entre áreas
controladas por Israel y la Autoridad Palestina. “Esto pasó justo después del
secuestro de los colonos. Llevábamos viviendo aquí diez años. ¿Por qué no lo
hicieron antes?”, se pregunta.
“Los soldados disparan
contra las casas, no contra la gente que tira piedras”, sostiene Nasser Mohamed
Mahmud, un paciente de MSF en el campo de refugiados de Al Aroub. “Tenemos
agujeros de bala en casa, y tiran gas lacrimógeno y bombas de sonido, además de
reventar ventanas y puertas. Mi mujer embarazada y los niños tuvieron que irse”,
declara.
Debido a la situación
de violencia crónica que azota a Cisjordania, las heridas psicológicas de los
palestinos no se cierran. “En uno de los primeros lugares que visitamos a
mediados de junio, el coche de MSF fue rodeado por gente que necesitaba apoyo
psicológico”, recuerda Srijeeta Verma, quien recalca: “Tienen una sensación de
desamparo e impotencia. Simplemente, no saben qué hacer”.
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