Habían
quedado en el monumento a Aníbal González que hay justo delante de la Plaza de
España. A las ocho de la tarde. A esa hora las sombras ya se habían adueñado de
la Avenida de Isabel la Católica. Los altavoces instalados para el altar donde
se le rendirá tributo a la Esperanza Macarena escupían música a todo volumen en
un intento de animar a no se sabe quién. Al fondo, ya desde la espesura
frondosa del Parque de María Luisa, se escuchaban los acordes de cornetas y
tambores de una previsora banda cofrade. Y, por si fuera poco, en la lejanía
flotaban los sonidos estridentes que provenían de la fan zone de la selección española de fútbol instalada en el Prado
de San Sebastián. Pero nada consiguió desanimarlos.
Esta
gente de Podemos está acostumbrada a improvisar. Es lo que llevan haciendo toda
la vida. Cuando detectaron los impedimentos que hacía imposible que allí se
celebrara una asamblea, la trasladaron. Hasta la pequeña glorieta que hay un
poco más abajo junto a un estanque, en la Avenida Rodríguez de Casso. Tiraron
de redes sociales para advertir a la gente que estaba en camino. Al poco rato
se concentró allí una multitud enorme, que recordaba a las que se formaban en
las asambleas del 15M en las setas allá durante la primavera de 2011. Entonces
todas las adversidades pasaron al olvido y se dedicaron a lo que iban.
Entonces
comenzaron los agradecimientos a la confianza y a la ilusión que habían
propiciado un magnífico resultado electoral. Al esfuerzo y a la entrega. Y se
rieron todos juntos de las innumerables burlas de las que vienen siendo objeto
estos días. No se regocijaron, de inmediato empezaron a habla inmediatamente
del inconmensurable trabajo que tenían ahora por delante. Todo presidido por un
vocablo mágico: Podemos. Porque “Podemos somos la gente”. Ahora, decían, el
miedo ha cambiado de bando.
Un
integrante del círculo de Sevilla tomó la palabra para explicar cómo funciona
Podemos. Era innecesario, todos los que estaban allí lo sabían. El aplauso
llegó cuando explicó a los congregados que el próximo objetivo eran las
elecciones municipales. A continuación se dirigió a los asistentes el candidato
a las europeas por Sevilla, Jesús Jurado. Un chaval, casi un niño, con una
dilatada experiencia en el Movimiento 15M.
Explicó
que el 26 de mayo empezaron a cambiar algunas cosas. Entre otras que mientras
los demás partidos celebraban su victoria y destacaban la normalidad
democrática, ellos manifestaban que estaban contentos, pero muy insatisfechos,
“porque el Partido Popular había vuelto a ganar”.
Además
manifestó la intención de transformar lo ocurrido ahora con lo que paso en
junio de 2011, cuando se paseó por todo el Estado una imparable marea de
indignación. “Esta vez hemos aprendido mucho y tenemos bastantes herramientas
para coordinarnos mejor”, afirmó. Y concluyó con una sentencia tajante: “en
doce meses tenemos que echar a Zoido del Ayuntamiento y sustituirlo pro
ciudadanos como vosotros”. Porque la única intención de Podemos, aclaró, es ser
“una herramienta para la mayoría social”.
A
continuación se abrió un turno de palabra entre los asistentes para que cada
cual manifestase lo que le viniese en gana. La gente se apuntaba alzando la
mano y un miembro de la organización iba tomando nota del orden de
intervención. Dos minutos máximo cada uno. Había mucha gente que quería
participar y no demasiado tiempo. Tan sólo media hora.
Tomaron
la palabra algo más de veinte personas, cada cual expresando lo que sentía o lo
que esperaba con sus palabras. Desde el no al pacto con Izquierda Unida a la
defensa a ultranza de la etnia gitana, pasando por la ilusión reverdecida de
muchos viejos luchadores contra el franquismo, como el viejo olmo seco de
Machado. Algunos incluso plantearon preguntas sobre dudas que los asaltaban. Cada
cual expresó su sentir como pudo y quiso. Poco a poco fueron pasando ante el
micrófono personas a las que se les notaba que nunca habían hablado en público.
Pero la ilusión les impelía y necesitaban hacerlo.
Después
se aclararon las dudas que se habían planteado y fue entonces cuando saltaron
los aspersores de riego del parque. La gente rotó sobre sí misma para esquivar
el agua y el barro y se acomodó como
pudo para continuar con la asamblea. Para finalizar uno de los integrantes del
círculo de Sevilla explicó la dinámica de integración y explicó para qué eran
los carteles blancos que la gente mantuvo durante horas izados brazos en alto.
Para constituir los nuevos círculos en los barrios y los pueblos.
Se instó a los asistentes a que al final de la
asamblea buscara el cartel que le correspondía y participaran en la formación
de los nuevos círculos. El objetivo mejorar la estructura de cara a las
próximas generales. Porque esta gente ha venido para quedarse. Y por lo que se
ve van a dar mucha guerra.
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