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17 febrero 2014

Zoido como San Pedro

Negar lo evidente es signo de debilidad. Negarlo tres veces consecutivas, como el primero de los Apóstoles, es situarse en un plano fuera de la realidad. A Zoido le ocurrió la semana pasada durante el desayuno informativo de Europa Press en la Fundación Cajasol.

Le preguntaron si se sentía desautorizado por Mariano Rajoy con la designación de José Manuel Moreno Bonilla como candidato a la presidencia del Partido Popular andaluz. Zoido lo negó. Y lo hizo tres veces seguidas en su intervención. Se mostró humano.

Lo de calificar como “proceso abierto” lo ocurrido fue ya más fruto del deseo de minimizar la cruenta batalla que se ha librado en las filas populares durante el proceso de sucesión que otra cosa. Zoido en  este caso ha sido un daño colateral necesario. Lo malo es que puede que en la partida también se hayan jugado, innecesariamente, buena parte de las posibilidades de repetir la victoria en Sevilla.

La, según sus propias palabras, “travesía” que ha hecho el alcalde en la presidencia de los populares andaluces, además de una víctima clara, José Luis Sanz, ha tambaleado la ostentosa seguridad de la veintena de concejales en la capital. Algo que, imprudentemente algunos ya consideraban como perpetuo y que no pone de manifiesto más que el profundo desconocimiento que tienen sobre la idiosincrasia de esta ciudad.

La mayor prueba de que las verdades absolutas de la victoria de 2011 comienzan a tambalearse es el propio nerviosismo del alcalde. A Zoido, quién lo iba a decir, se le notaba no sólo molesto sino nervioso. Incómodo ante las preguntas de la prensa. Algo que no suele ser habitual en él, un as de las distancias cortas.

El repetir constantemente la coletilla de “si me quieren creer o no ese ya no es mi problema, yo soy muy respetuoso con lo que piensen los demás” no era más que un claro síntoma de ello. Quizá porque nadie mejor que él sabía de antemano que la prensa no se iba a creer lo que a todas luces estaba fuera de la realidad.

Ponerse en “primer tiempo de saludo” con el nuevo líder designado por el dedazo del jefe no es sino una consecuencia lógica del proceso. Ahora toca el prietas las filas para llegar lo más decentemente posible a las sucesivas elecciones que se avecinan. La obediencia debida, que la llaman.

A Zoido ya sólo le queda Sevilla, a pesar de que le siguen gustando los escarceos en la política regional. Su equipo en el Ayuntamiento seguro que será el primero en alegrarse de que las cosas se hayan desarrollado así. Incluso puede que alguno lo celebre en la intimidad. Siempre debió ser así y seguro que él lo ha deseado más de una vez. Lo que nadie sabe todavía es si ese garbeo por lo regional le va  a pasar o no factura.


Artículo publicado en sevilla report.

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