La
doble puerta de cristales batientes que da acceso al Mercado de la Candelaria
se queja de sus hojas quebradas a pedradas. En medio de una de las calles del
interior se han dispuesto sillas y bancos de plástico de los puestos y bares
para acoger al centenar de vecinos que asisten a la asamblea de la Plataforma Cívica Tres
Barrios-Amate.
La inmensa mayoría son mujeres de edad avanzada y escasean los jóvenes. Una austera mesa de velador preside la reunión y sostiene un proyector y un micrófono acoplado a su altavoz. En un lateral del angosto pasillo, junto a la hilera alineada del resto de veladores, una máquina expendedora de bolas de plástico preñadas de chucherías otea la estancia.
Los vecinos esperan agolpados el comienzo de la charla bajo la techumbre abovedada de metacrilato. El lugar improvisado se ubica delante de un puesto de peluquería y estética y del café-bar del mercado. De las paredes prenden multitud de carteles ofreciendo todo tipo de reparaciones a precios baratos y uno del próximo partido del Betis en la Europa League.
La Agrupación de Comerciantes del mercado ha cedido el uso de estas modestas e inadecuadas instalaciones para celebrar la asamblea. Los vecinos se quejan de que la Unidad de Trabajo Social se ha negado a acogerles en sus instalaciones, contiguas a la plaza de abastos.
A una administración pública que se precie de serlo le debería dar vergüenza que esta gente se vea obligada a reunirse en un lugar así. Quizá sea ésa la razón por la que la Delegada de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Sevilla, María Dolores de Pablo-Blanco, ha utilizado como excusas su apretada agenda y la necesidad de solicitar su presencia a través de la mesa de participación del Plan Integral de la zona.
Lee
el resto de la crónica en “Tres
Barrios debate su alarma social con la ausencia del Ayuntamiento”, en sevilla
report.
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