Tanto el Frente Cívico
como las asambleas ciudadanas y otros movimientos políticos plantean una toma
de los círculos de poder desde fuera del sistema de partidos. ¿Es viable en
España esta manera de llegar al poder sin pasar por las instituciones?
Si nos
montáramos en una máquina del tiempo, veríamos que la Constitución del 78,
entre otros muchos errores, tiene uno muy gordo: el que afirma que los partidos
políticos constituyen el vehículo de formación de la opinión pública. Eso es un
error. El sujeto político es el ciudadano o la ciudadana, no el partido
político. ¿Deben existir? Por supuesto. ¿Pero cuál es el papel que yo les
atribuyo? Yo pertenezco a un partido político [PCE] que, en su origen, radicó
su filosofía en el marxismo; era una cosmovisión, tenía sus interpretaciones de
la historia, aspiraba a un tipo de sociedad… éramos un corpus teórico y
práctico, una cosmovisión. Ahí los partidos tienen un lugar extraordinario,
único.
Lo que
pasa es que los partidos hoy se han transformado en máquinas electorales, y ése
es el mal. ¿Cuáles son los sujetos de la transformación política? Los partidos
que cambien y esa inmensa cantidad de gente, dispersa y dividida, que está
tanteando cómo se organiza, ése va a ser el nuevo sujeto revolucionario. Ese
sujeto, cuando tome conciencia, que es a lo que yo llamo el precariado, ésos
que viven mal, ésos que no tienen trabajo, cuando sean conscientes… No va a ser
la clase obrera, vamos a hablar las cosas claras. Ese precariado y el mundo de
la inteligencia —sin saber no hay Revolución, toda esa parte de la izquierda
que desprecia el saber es contrarrevolucionaria— son los que yo creo que
deben ser nuevos sujetos políticos. Pero hoy, usted observa que la inquietud de
todas las fuerzas políticas es la campaña electoral. Y termina la campaña
electoral y ya están preparando la siguiente. Se han transformado en eso.
Lee la
entrevista completa en “Julio
Anguita: «En la izquierda, el ego está desatado»”, en sevilla
report.
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