Cuando
en febrero de 1992 el agente James Fulford, de la policía estatal de Florida,
murió en la explosión de un automóvil, se iniciaron procedimientos judiciales
contra Paul Howell en los tribunales estatales y federales: en los primeros por
el asesinato del policía y en los segundos por cargos en virtud de una ley
federal sobre conspiración relacionada con el narcotráfico.
Según
la versión del caso presentada por la acusación durante el juicio celebrado en
1994, el acusado construyó una bomba con la intención de matar a Tammie Bailey
en la casa de ésta en Marianna, al oeste de Florida, para eliminarla como
testigo que podía relacionarle a él y a su hermano con un asesinato anterior.
Para
la acusación, Bailey y los dos hermanos formaban parte de una red de
narcotráfico. La bomba se colocó en el interior de un microondas que luego se
envolvió como regalo. Howell pagó a otro hombre para que entregara el paquete,
pero este hombre se vio obligado a detenerse cuando el agente de la policía
estatal Jimmy Fulford le dio el alto por exceso de velocidad. Cuando su
compañero se llevó al hombre, Fulford abrió el paquete. La bomba hizo explosión
y lo mató.
Paul
Howell, en la actualidad de 48 años de edad, tiene prevista su ejecución en
Florida el próximo 26 de febrero por dicha causa. En 2013, un juez federal
calificó a los abogados que lo representaron en el juicio y en la apelación
inicial de "incompetentes, poco
eficaces y muy poco profesionales". De nada ha servido.
A
Howell se le asignó al mismo abogado para ambas causas. El letrado se retiró de
la causa federal, alegando que su esposa había recibido una llamada telefónica
amenazadora en la que le habían dicho: "Si Paul Howell cae, [el abogado]
también cae".
Los
comentarios perjudiciales que realizó sobre su cliente en la causa federal —entre
ellos el de que creía que su cliente sería condenado y que estaba relacionado
de algún modo con la amenaza— fueron citados más tarde en una moción presentada
por la fiscalía en la causa estatal para que dicho abogado fuera retirado del
caso, al igual que en la causa federal.
En dicha
moción la acusación del Estado subrayaba que "la lealtad es la esencia de la relación del abogado con su cliente",
y el fiscal hizo comparecer a un agente federal que declaró que, según su
investigación, la presunta llamada de amenaza no había existido.
El
juez se negó a retirar al abogado, que representó a Paul Howell en el juicio.
El jurado declaró a Howell culpable, y tras una fase de determinación de la
pena que duró menos de una hora, decidió por 12 a favor y dos en contra
imponerle la pena de muerte, condena que el juez ratificó el 10 de enero de
1995.
El abogado designado para representar a Paul Howell en la apelación dejó transcurrir el plazo de un año sin presentar una petición federal de hábeas corpus. Los tribunales federales resolvieron que no existían "circunstancias extraordinarias" que disculparan esta tardanza en presentar el recurso, y desestimaron la petición sin examinarla.
El abogado designado para representar a Paul Howell en la apelación dejó transcurrir el plazo de un año sin presentar una petición federal de hábeas corpus. Los tribunales federales resolvieron que no existían "circunstancias extraordinarias" que disculparan esta tardanza en presentar el recurso, y desestimaron la petición sin examinarla.
La
víspera de la ejecución de Paul Howell prevista el 26 de febrero de 2013, la
Corte de Apelaciones del Undécimo Distrito concedió un aplazamiento para
estudiar si era aplicable una sentencia de la Corte Suprema dictada en 2010 en
otro caso para reabrir el suyo.
En
septiembre pasado resolvió que no lo era. Una de los tres jueces afirmó que, a
pesar de que el precedente podría exigir esa resolución, Howell tenía sólidas
razones para alegar que "tanto su abogado en el juicio, que inventó unas
amenazas de muerte para ser excusado de representarle, como su abogado inicial
para el hábeas corpus, que ni siquiera se puso en contacto con su cliente hasta
que finalizó el plazo para su presentación ante un tribunal federal, fueron
incompetentes, poco eficaces y muy poco profesionales".
La
jueza añadía en su escrito: "es
anticonstitucional e inmoral que los reclusos condenados a muerte pierdan un
derecho constitucional fundamental por los errores de su abogado, especialmente
cuando son tan notorios como los de este caso."
Hay dos peticiones pendientes de resolución ante la Corte Suprema de Estados Unidos: una sobre la cuestión del plazo vencido y otra en la que se alega que "ninguna corte, estatal o federal, ha oído la convincente alegación de asistencia poco eficaz del abogado por no investigar ni presentar las pruebas atenuantes disponibles para convencer al jurado de que perdonara la vida al señor Howell".
Hay dos peticiones pendientes de resolución ante la Corte Suprema de Estados Unidos: una sobre la cuestión del plazo vencido y otra en la que se alega que "ninguna corte, estatal o federal, ha oído la convincente alegación de asistencia poco eficaz del abogado por no investigar ni presentar las pruebas atenuantes disponibles para convencer al jurado de que perdonara la vida al señor Howell".
Estas
pruebas incluyen los malos tratos físicos y las privaciones que padeció en su
infancia en Jamaica, donde nació y de donde salió a los 12 años —actualmente es
ciudadano estadounidense—, así como datos sobre los problemas de salud mental
que aparecieron cuando estaba en el ejército estadounidense, desde los 18 hasta
los 25 años, e indicios de una posible esquizofrenia tras ser licenciado, en
torno a 1990.
Los abogados actuales de Howell continúan alegando que el conflicto de intereses del letrado que lo representó en el juicio creó tal desconfianza entre él y su familia que apenas pudieron reunirse testimonios atenuantes para la fase de determinación de la pena, y no se citó a declarar a ningún miembro de ésta.
También
afirman que aunque un psicólogo presentó algunos datos sobre la salud mental de
su defendido en la fase de determinación de la pena, "no sólo [fue] parco
en detalles", sino que no estableció ninguna relación entre los problemas
de salud mental y el delito que consideró el jurado al decidir si lo condenaba
a muerte.
Según los juristas, Howell "creció en condiciones de extrema pobreza en Santa Hill (Jamaica), donde su familia de ocho miembros vivía en dos habitaciones". Entre otras cosas, los niños estuvieron expuestos desde edad muy temprana a pesticidas tóxicos en los campos donde trabajaban ellos o sus padres. Los padres emigraron a Fort Lauderdale, en Florida, cuando Paul Howell tenía siete u ocho años.
Según los juristas, Howell "creció en condiciones de extrema pobreza en Santa Hill (Jamaica), donde su familia de ocho miembros vivía en dos habitaciones". Entre otras cosas, los niños estuvieron expuestos desde edad muy temprana a pesticidas tóxicos en los campos donde trabajaban ellos o sus padres. Los padres emigraron a Fort Lauderdale, en Florida, cuando Paul Howell tenía siete u ocho años.
Él y sus cinco hermanos se reunieron con ellos unos
cinco años después. Durante esos cinco años, los niños estuvieron con unos
"familiares muy abusivos" que los sometían a severos castigos físicos.
Durante su infancia, Howell sufrió convulsiones para las que no recibió ningún
tratamiento médico. El gobernador
Scott le ha negado el indulto.
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