“Si Cataluña desea independizarse debería hacerlo con cargo a su
propio bolsillo, no al nuestro.
Vista desde el Sur, la deriva secesionista de la Padania patria se antoja un
perfecto dislate porque pretende romper la caja de caudales de un Estado que,
siendo bastante imperfecto, al menos defiende un cierto equilibrio para
repartir las monedas existentes. Ningún nacionalismo, en realidad, tiene
nada que ver con el corazón. Su idea de patria se reduce a un extracto bancario.
Cataluña, en estos momentos, no puede sino elegir entre dos dependencias
distintas: o la estatal o la que beneficiaría a sus clases dirigentes. Las
mismas que han dejado a su amada patria endeudada hasta las cejas. Nadie
arruina aquello que realmente ama a menos que tu negocio consista en lucrarte a
costa de incitar confusión mental de los patriotas. La Cataluña que
reclama la independencia está en situación de quiebra técnica por la gestión de
sus propias élites, su deuda es igual a la de un bono-basura y parte de su
nomenclatura está siendo procesada por enviar a Suiza algunas de las plusvalías
obtenidas gracias a su amor al terruño. La tierra engancha, pero el
dinero atrapa más. José Martí, el escritor cubano, decía que la felicidad
de un pueblo descansa en la independencia individual de cada uno sus
habitantes. No se me ocurre mejor definición para explicar la verdadera
libertad, que es la que disfrutan las personas, no las tribus. De nada
sirve agitar una bandera y cantar un himno si los hijos de los patriotas se mueren
de hambre. Y eso, en Cataluña, ya está sucediendo.”
Sigue leyendo en “Delirio
en la Padania”, por Carlos Mármol.
1 comentario:
Interesante reflexión...
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