Mi obra literaria

18 julio 2013

Susana, la heredera


Los reinos se heredan, como las joyas, y los tiempos no iban a ser menos. El “tiempo nuevo” que augura la ya candidata socialista a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz,  comienza exactamente igual al que está a punto de expirar. De la misma manera que en su día el actual Presidente, José Antonio Griñán, Susana Díaz llega al poder por la puerta chica y sin pasar por las urnas, arropada por el dedazo protector de su mentor, con la única salvedad del paripé de unas primarias que todos daban por hecho que jamás iban a tener lugar, aparato del partido mediante.

En un proceso tan a la ligera que ha sorprendido a propios y a extraños -y que muchos viejos elefantes de la militancia consideran una jugada estratégica magistral-, la sevillana ha logrado reunir casi 22.000 avales, el 72% del total. Por su parte, José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun, y el consejero Luis Planas apenas han superado los 11.000 entre los dos. Es de destacar que casi uno de cada tres militantes no avaló a ningún candidato, algo más de 13.000. La herencia estaba garantizada antes de abrir el testamento. Ya se sabe, los avales no se otorgan desde la intimidad de una cabina ni van en sobres cerrados.

La Consejera de Presidencia, que será elegida por unanimidad –cuando no por aclamación-, ya está colocada en la pole position de la carrera por la Presidencia de la comunidad andaluza. Dirigentes muy próximos a la dirección socialista ya dan por hecho que Griñán presentará la dimisión y que su delfín obtendrá el cargo de máxima representación de Andalucía con bastante antelación a su concurrencia en las próximas elecciones. Es de obligado cumplimiento que se foguee lo suficiente antes de someterse al veredicto de las urnas. La única incógnita que está aún pendiente de resolver de esta enrevesada ecuación es el cuándo.

A partir de ahora se repetirán de manera insistente los mensajes de unidad e integración, cumpliendo con la parafernalia habitual en estos casos. Pero a poco que se conozca la fulgurante trayectoria de la que está llamada a ser secretaria general de los socialistas andaluces, se llega a la ineludible conclusión de que eso no pasará de ser una simple quimera. Más tarde o más temprano, el ajuste de cuentas interno será inevitable y acabarán saltando al ruedo todas las facturas atrasadas.
  
Susana Díaz será la que marque ahora los tiempos, no sólo sobre si habrá o no adelanto electoral, sino también sobre la idoneidad de las fechas para celebrarlas. La asunción de la presidencia de la Junta está garantizada por el más que seguro apoyo de Izquierda Unida en una presumible sesión de investidura. No en vano ella formó parte de los negociadores del acuerdo de gobierno con la formación de izquierdas. Sólo la sombra alargada del caso de los ERE o una complicación desmesurada en la tramitación del presupuesto para el año próximo podría desembocar en un adelanto electoral. Y además se puede dar la circunstancia que sea Susana precisamente quien las convoque.

En el teatro de sueños en que ha acabado por convertirse la política patria, decidir la estrategia no es cualquier cosa. El tiempo no se sabe muy bien si corre a favor o en contra de los socialistas. A medida que transcurre y aumenta el descontento de los ciudadanos, el grueso del cabreo general recae sobre los dos grandes partidos, beneficiando a formaciones hasta ahora minoritarias como la propia IU o UPyD.

En unos momentos delicados, donde la ciudadanía no sabe a qué palo agarrarse con tal de conseguir algún cambio en la patética y vergonzosa situación política del país, los socialistas han optado por el trampantojo de hacer que todo parezca diferente para que nada cambie. El ya clásico más de lo mismo, una muy mala elección.

Artículo publicado en sevilla report.

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