Lo que no sabía Li Yan —una china de 41 años de edad residente en la provincia de Sichuan, en al suroeste de China— cuando contrajo matrimonio con Tan Yong, allá a comienzos de 2009, era que lo que se suponía el inicio de una camino hacia la felicidad terminaría por convertirse en una horrible travesía hacia el infierno.
Desde el primer día de su matrimonio, Tan Yong maltrató física y psicológicamente a su esposa sin ninguna contemplación. Raro era el día que no la golpeaba o que le quemara el rostro con cigarrillos. Hasta en los días de frío y duro invierno de Sichuan le cerraba la puerta de la casa y la dejaba horas a la intemperie en el balcón de su vivienda y casi sin ropa. En una ocasión incluso le llegó a amputar un dedo de una mano.
Li Yan precisó tratamiento hospitalario por sus heridas después de una de las agresiones y se puso en contacto varias veces con las autoridades chinas, inclui9da la policía. Sus denuncias jamás se investigaron ni tampoco se reofreció protección alguna. A finales de 2010, Li Yan harta del escarnio continuo al que la sometía su esposo lo mató a golpes con una pistola.
El 24 de agosto de 2011, el Tribunal Popular Intermedio de la ciudad de Ziyang la condenó a muerte por homicidio intencional, en aplicación del artículo 232 del Código Penal Chino. Li apeló la condena, pero el Tribunal Superior Popular de la Provincia de Sichuan confirmó el veredicto el 20 de agosto de 2012, a pesar del testimonio de terceras personas sobre los abusos que sufría. Su último recurso ante el Tribunal Supremo Popular de Pekín también ha sido desestimado.
Li Yan se encuentra en la actualidad bajo custodia en el centro de detención de la comarca de Anyue, en la provincia de Sichuan, y podría ser ejecutada en cualquier momento entre hoy y el año nuevo chino, a comienzos de febrero, ya que ha agotado todas las instancias de apelación.
Y ello en un país como China, donde en los juicios de casos de pena de muerte se presentan serias dudas sobre en lo relativo a garantías. Existen importantes diferencias entre la ley, la práctica y los compromisos internacionales adquiridos por el país respecto a la defensa y el respeto de las normas internacionales sobre garantías procesales. Además, el acceso a la asistencia letrada es limitado y la policía suele conseguir las confesiones mediante tortura y otros malos tratos.
Los procesos de revisión por el Supremo no son transparentes y los presos condenados no cuentan con ningún procedimiento de petición de indulto tal y como establece el artículo 6.4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos suscrito por China.
De los 55 delitos punibles con la pena de muerte en China, muchos son no violentos, como el de corrupción y los relacionados con las drogas. El gobierno mantiene la aplicación de la pena capital como uno de los más invulnerables secretos de Estado lo que hace imposible que se sepan incluso el número de ejecuciones que hay cada año. Amnistía Internacional estima que en China se ejecutan a miles de personas cada año, muchas más que en todos los demás países del mundo juntos.
1 comentario:
No conocía este blog. Excelente artículo !
Mark de Zabaleta
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