Sevilla no es una metrópolis habitual, acaso ni siquiera una
gran ciudad. Es más bien un pueblo grande, como dicen los mismos sevillanos, y
esto tiene sus defectos, y también sus ventajas. A falta de un barrio chino,
uno de esos elementos comunes que hacen de las grandes urbes entes más o menos
homogéneos, la ciudad tiene en el barrio de Sevilla Este su propio Lejano
Oriente. Por eso uno no debe extrañarse de que en una de las entradas al
mayor de los sectores hispalenses esté la calle Marathon, como símbolo macabro
de la caminata que debe emprender quien quiera visitar esta zona de la ciudad,
o de que en esa misma vía se encuentre una unidad de estancia diurna para
mayores cuyo nombre, Alcira, hace referencia de forma inmediata e inevitable a
otro oriente: el Levante español.
Es media mañana y en la puerta trasera, resguardados del sol
que ya escuece en la piel bajo unos soportales, hay dos hombres hablando por
teléfono, cada uno en su móvil de espaldas al otro, cual dúo despechado a lo
Pimpinela. Son el director de la unidad, Rafael Cueto, y su mano derecha, José
Carlos Marqués, director de Macaghe,
una empresa externa que proporciona los servicios de distintos tipos de
profesionales: psicólogos, trabajadores sociales y fisioterapeutas.
La Unidad
de Estancia Diurna (U.E.D.) Alcira, como muchos centros
de este tipo, está sufriendo las consecuencias del impago de varios meses por
parte de la Junta de Andalucía, con quien tiene concertada la prestación del
servicio de atención a mayores. A pesar de que en los últimos días
"recibimos un pago", cuenta Rafael, "ahora mismo nos deben tres
meses", la misma cantidad que la administración adeuda a otras
unidades de ASUED, la asociación a la que pertenece.
Alcira tiene disponibles plazas para 38 usuarios. Sin
embargo, desde que la unidad abrió sus puertas en 2008, "realmente nunca
hemos conseguido pasar de 14", admite Rafael, al tiempo que asegura que
"la situación está bastante difícil" con ese número de ancianos, pues
no todos están concertados y, además, "tenemos gente que hemos cogido como
si tuviéramos la plaza concertada, sin tenerla, estamos cobrándoles el copago,
la parte proporcional de su pensión, como si fuera con plaza concertada",
por lo que "encima de que son pocos, la ganancia es mínima".
Desbordado por las deudas, acosado por los préstamos y
agobiado por el hecho de que el dueño del local ya lo ha llevado ante los
juzgados por no abonar el alquiler -una nueva denuncia supondrá una orden de
desahucio inmediata-, Rafael lamenta que todos estos problemas están
"causados por los impagos de la Junta de Andalucía". Sentado en una
de las mesas de su unidad, con ojeras bajo una mirada que delata un tremendo
hastío, confiesa que "nos está costando mucho esfuerzo y ya estamos
pensando en echar el cerrojazo y atrincherarnos en la vivienda para que no nos
la quiten".
El resto lo podéis leer en "El fantasma del cierre se cierne sobre las Unidades de Estancia Diurna de Sevilla", cómo no un trabajo del equipo de sevilla report.
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