“Carmen, gracias por tu discurso”. Esta frase de Rubalcaba tras ser proclamado vencedor ha sido la estrella del 38 Congreso del PSOE. La frase que lo resume todo y que condensa en sus cinco palabras lo ocurrido en una noche que se presume ha sido larga y ajetreada. También rezuma la fina ironía de Rubalcaba.
El discurso de Chacón, y no precisamente sólo el pronunciado esta mañana en el plenario, es el que ha dado el último empujón a la candidatura de Rubalcaba. Ha sido el discurso de la catalana la palanca que ha liberado el resorte que ha propiciado la victoria del cántabro y su ascensión a la Secretaría General del PSOE. Porque, aunque cueste creerlo, hay discursos que matan. O que suicidan, en este caso
Chacón representa a la reencarnación del zapaterismo y Rubalcaba la experiencia que dota de la tranquilidad necesaria para una travesía que se supone va a ser larga y dura. La catalana se zambulló esta mañana en un discurso más mitinero que de partido, casi sindicalista por momentos, y más dedicado al PP que a sus propios compañeros militantes. Un discurso guerrero, gritón y salido de tono, frente a la moderación y la mesura que en todo momento externalizó Rubalcaba, frente a su apuesta por las cuatro letras que conforman el PSOE, especialmente la P de Partido.
Campo abierto para Patxi López
Numerosos delegados de ambas candidaturas coinciden en una cosa: éste es un Congreso que tiene el objetivo primordial de afianzar la unidad interna de un partido fragmentado en diversa facciones que, desde hace tiempo y casi a diario, se la pasan tirándose cuchillos.
De ahí que Rubalcaba, en su discurso, haya insistido tanto en la necesidad de “unidad, unidad y más unidad”. Y quizá por eso, como dijo Carlos Alsina en su Twitter, Chacón no ha conseguido la victoria: por su afán en negarse a gestionar una travesía en el desierto, cuando todos tienen claro que es a lo que se enfrentan.
Por delante, el nuevo secretario general tiene un gran trabajo de unificación de las muchas posturas, muy distanciadas en según qué casos. Pero a la tarea de reparar las fugas y de sacar a flote el barco del PSOE le sigue una no menos importante: la de preparar a una nueva generación de líderes que afronte la próxima cita electoral de 2015.
En este aspecto, la previsión de los delegados también es unánime: Rubalcaba, un hombre más de partido y con más experiencia que Chacón, se encargará de mantener el PSOE fuerte y cohesionado hasta un próximo Congreso que se celebrará en 2014, dentro de dos años, y que servirá para encumbrar a Patxi López como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del año siguiente.
Esta estrategia, además de renovar y poner en escena a pesos pesados del partido que cuentan con buena imagen y respaldo de los militantes y del electorado, supone una apuesta por una nueva generación de militantes y cargos orgánicos -e institucionales- que conectan con la ciudadanía a través de Internet y las redes sociales -como el propio López- o que constituyen grandes promesas dentro del partido, caso de Edu Madina, otro de los nombres que más ha sonado a lo largo de hoy en los pasillos, y que también ha optado por Rubalcaba.
El desierto del frente andaluz
Como en toda guerra, hay frentes en los que el combate se muestra más cruento y encarnizado. En la contienda por la Secretaría General del PSOE, el enfrentamiento decisivo se ha librado en Andalucía y en el campo posterior a la batalla yacen los cadáveres de los vencidos y suenan las resonancias del eco de la risa de los vencedores contemplando la sangre derramada.
Una de las primeras reacciones nada más conocerse la victoria de Rubalcaba fue la de volver la atención hacia José Antonio Griñán y el varapalo que este acontecimiento ha supuesto para él, firme defensor de la candidatura de Carme Chacón, a pesar de su promesa de “neutralidad activa” en este Congreso.
“Si gana Rubalcaba, el partido en Andalucía se parte por la mitad, porque Griñán y los suyos han apostado mucho por Chacón”, nos comentó un delegado en la puerta del hotel antes de concluir las votaciones. La victoria del cántabro ha supuesto la puntilla definitiva a una lucha interna entre griñanistas y chavistas que se prolonga desde que el actual presidente de la Junta relevó a Chaves en abril de 2009.
De hecho, esta contienda no es más que una ramificación de la principal: la pugna entre el zapaterismo, encarnado en Chacón y Griñán, y la vieja guardia del PSOE, representada por Rubalcaba y, en la sombra y por encima de todos, Felipe González. Esta mañana ya nos avisaron de que “si Felipe se ha movido esta noche, Chacón está muerta”. Hoy nos confirmaron lo que todos esperaban: ayer, a los cinco minutos de comenzar Zapatero su discurso de despedida como secretario general, González abandonó el Congreso. Felipe se movió y ahora ya se conocen las consecuencias.
La derrota de Chacón se lleva por delante a quien más esperanzas tenía en que ésta ganara: Susana Díaz, actual secretaria de organización del PSOE en Andalucía, y a la que todos colocaban en el mismo cargo en el federal en caso de victoria de Chacón. Ahora tendrá que exponerse precisamente a aquello que pretendía evitar yéndose a Madrid: una más que probable quema de la ejecutiva regional tras las elecciones autonómicas del 25 de marzo, a las que el PP de Javier Arenas se presenta con una mayoría absoluta avalada por varias encuestas.
Sevilla ha sido el escenario de la batalla y, por ende, Sevilla ha sido la que más y peores bajas ha registrado. Una de ellas, inesperada, ha sido el número uno del PSOE en el Ayuntamiento de la capital hispalense y candidato a la alcaldía en las elecciones del pasado 22 de mayo, Juan Espadas. Todos daban por supuesto que Espadas iba a apoyar a Rubalcaba, pero a última hora cambió su apoyo y lo dio a Chacón, parece que con la promesa de un puesto en las listas para el Parlamento Andaluz de por medio. También hay apuestas que, al igual que los discursos, matan.
Sobre todas las cosas, la tarde de este sábado de 38 Congreso Federal del PSOE en Sevilla dejará dos imágenes que nadie olvidará, y bien está no hacerlo, pues marcarán la realidad inmediata, y no tanto, del PSOE. La primera de ellas es la cara de muerto de José Antonio Griñán antes y durante el anuncio de la victoria de Rubalcaba.
La segunda, no menos importante, la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, antiguo niño prodigio del PSOE sevillano, entregando los avales para la candidatura de Rubalcaba junto a Patxi López. De Gómez de Celis se habló como futuro alcalde de Sevilla antes de desaparecer de la escena en una oficina de la Junta de Andalucía. Hoy, aquellas aguas de antaño vuelven a sonar por encima del ruido de sables que ya se apaga, aunque no del todo.
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