Hay amistades que se forjan en las circunstancias más adversas y se abren paso a machetazo limpio entre la maleza imbricada de las dificultades. La que me une con Alfonso Alonso, hermano de José Luis, el compañero que se quitó la vida a causa de los incidentes de la huelga en Tussam de 2007, es una de ellas.
Cuando ocurrió el trágico desenlace yo no conocía a ningún miembro de su familia, pero me sentí en la obligación de contar aquí cómo se iban desarrollando los acontecimientos. Fue a raíz de ello que contacté con Alfonso y con su hermano Fernando, dos personas íntegras, que adoraban a su hermano fallecido y que no estaban dispuestos a que lo sucedido pasase inadvertido, como un incidente más causado por la fatalidad.
Ellos estaban convencidos de que la actuación de la empresa y de algunos de sus dirigentes había tenido mucho que ver en la decisión que tomó José Luis. Y lo cierto es que, analizando con posterioridad la secuencia de los hechos y las interioridades de su desarrollo, no les faltaba razón. Desde entonces, cada vez que nos encontramos es un motivo de celebración de esa amistad espontánea surgida en un momento tan crucial. Siempre hemos mantenido el contacto e intercambiando informaciones de cara a construir la crónica sobre lo que iba aconteciendo en relación con el caso que habéis podido seguir a lo largo de las páginas de este blog.
En mi tratamiento informativo del tema, siempre hay un enfoque que he respetado por encima de todas las cosas: el dolor íntimo de una familia que sufre una pérdida tan valiosa. Me parecía que no era necesario reflejarlo aquí de manera escabrosa porque no lo creía imprescindible para que la información fuera precisa y completa. Es una parte de esta historia, quizás la más importante tras el suceso en sí, que me merece todo el respeto del mundo.
Hace unos días recibí un correo de Alfonso en el que me contaba que había tomado la decisión de abrir un blog. En ese blog, hoy mi amigo se ha atrevido a contar esa otra parte de la historia que casi nunca sale en los medios cuando tratan las noticias; cómo se vive una tragedia como esta por dentro. Es todo un gesto de valor, de entereza, que yo personalmente le agradezco, como periodista y como ser humano.
“Tal día como hoy, es decir, un día 17 de noviembre sobre las 14:20 horas, suena el teléfono de mi casa y una voz entrecortada, alterada y desencajada, me dice: “Que vengas rápido a casa de Luis… que es muy grave lo que ha hecho” y colgaban el teléfono.
Así que rápidamente cogí el coche y en cuestión de 10 minutos aparecí en Gines, en la casa de mi hermano. La calle estaba llena de vecinos, coches de policías y una ambulancia del 061. Vi salir a los tres sanitarios que ya salían por la puerta, notándole en sus caras la gravedad de aquella asistencia y que allí ya no se podía hacer nada más”.
El resto lo podéis leer en “Pelea por lo que quieres… Sí, pero alguien le debe una explicación a José Luis y su viuda”.
Gracias por el relato y por tu amistad, Alfonso.
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