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15 octubre 2011

15-O, un día de voces para oídos sordos


Hoy, 15 de octubre de 2011, va a ser un día de voces y, con toda seguridad, un día de oídos sordos de quienes son los destinatarios inequívocos de los gritos.

Centenares de miles de personas saldrán esta tarde a las calles de 951 ciudades de 82 países en los cinco continentes, entre ellas 60 españolas, bajo el lema “Unidos por una democracia global” demandando recuperar el control ante la creciente pérdida de soberanía de los seres humanos para con sus propias vidas. El hecho reticente de que las decisiones que les afectan directa y crucialmente tengan su origen en organismos que no han sido elegidos por los ciudadanos ha provocado la reacción en cadena.

La única respuesta obtenida de los políticos ante la magnitud de la movilización ciudadana ha sido el mantra ya manido de la falta de concreción en propuestas concretas. En su perseverante intento de deslegitimar las demandas ciudadanas, los políticos ignoran la pura esencia de la democracia; la obligación de los ciudadanos no es la de elaborar propuestas, sino la de hacerse oír. Y la de los políticos escuchar las demandas de aquellos a quienes representan. Lo contrario sería como aceptar de antemano su completa inutilidad.

Los medios no han reaccionado en su inmensa mayoría de manera muy diferente. Al sentir amenazados sus discursos serviles para con el poder establecido, han apostado por perpetuarse como sus voceros infalibles y no han perdido ocasión para ridiculizar e incluso criminalizar a los protagonistas de las protestas.

La clase política y el poder mediático aún no han entendido que se está produciendo ante sus propias narices un cambio más profundo de lo que ellos creen y del que no se quieren enterar. Como escribe hoy en Público Andrés Villena, economista e investigador en Ciencias Sociales por la Universidad de Málaga, hay una contradicción insalvable en el endurecimiento brutal de las condiciones de vida al que se está sometiendo a la sociedad y su cada vez más alto nivel de formación. Las nuevas tecnologías han servido para relacionar ambos aspectos y canalizar la información en un ámbito global. Lo demás era cuestión de tiempo.

“El sujeto concienciado y en cierto modo deslocalizado se convierte en un elemento enormemente peligroso para un sistema mundial que requerirá de grandes cambios para adaptarse a estas reacciones”, escribe Villena.

Los ciudadanos han perdido el miedo y esto provoca pavor en el poder, pánico a perder el status quo del que han disfrutado durante años. El mejor termómetro para comprobarlo no es otro que su escasa capacidad de respuesta ante una movilización que les supera con notoriedad. A la reflexión ciudadana que analiza los problemas y plantea soluciones para abordarlos, la clase política no ha sabido responder sino con el desprecio y, en el mejor de los casos, con el marketing político. Una réplica bastante pobre dada la magnitud de los problemas que nos acucian.

Desde las descalificaciones constantes y los insultos de los miembros del Partido Popular, encabezados por Esperanza Aguirre hasta las incongruencias y contradicciones de un partido socialista que ha perdido su sitio y su rumbo de una manera casi definitiva.

No deja de resultar patético que el portavoz del gobierno, José Blanco, vuelva a responder a la reflexiva y concienzuda protesta de la ciudadanía con la amenaza de siempre sobre la vuelta de la derecha al poder. “Quienes hoy pueden sentirse indignados por razones que entiendo en parte podrían empezar a sentirse desesperados al partir del 20 de noviembre”, dijo ayer.

Su afirmación de que “el gobierno sigue atentamente y presta toda su atención a todas aquellas manifestaciones ciudadanas que quieran avanzar en la calidad de nuestra democracia y que planteen, legítimamente propuestas, alternativas reivindicaciones y demandas” es un insulto a la inteligencia que se desmonta sólo con repasar sus últimas actuaciones.

Lo mismo ocurre con el lema escogido para la campaña electoral por Izquierda Unida, “Rebélate”, un descarado guiño de marketing político para pescar votos en un mar revuelto. Una formación que se jacta de que no haya “una movilización donde no hayamos estado”, pero que ha sido incapaz de explicar el “olvido” imperdonable de haber incluido en su enmienda a la totalidad a la ley de reforma electoral que impuso la obligatoriedad de los avales a las formaciones políticas sin representación en la cámara el apartado que precisamente los exigía.

Mientras tanto, en el mundo real, cientos de miles de los que Kapúscinski denominaba “invisibles” se lanzarán esta tarde a recorrer las calles de las ciudades del mundo para protestar porque “el dominio del mercado libre les ha abolido el futuro”. Como para quedarse en casa.

1 comentario:

Nieves LM dijo...

olé, olé, todos a las calles!!