A Francisco Robles, columnista de ABC de Sevilla, le ha dado ahora por la diatriba y, en su panfleto de hoy, ha colocado el centro de su diana en el movimiento 15-M para lanzar una soflama despectiva contra los indignados, aprovechando el privilegio de su tribuna demagógica para proclamar a los cuatro vientos su paranoia conspirativa.
Los razonamientos que utiliza Robles, amén de categóricos, son tan falsos como una moneda de cinco euros. Algo que importa poco cuando el todo vale es la manifestación imperiosa de un nerviosismo que te corroe por dentro, porque el acontecer diario se te escapa y el bajo flujo neuronal de tu cerebro es incapaz de asimilar. Lo que ocurre fuera no cuadra con tus estereotipos sociales inamovibles y desapegados de la realidad que te rodea y resulta imposible comprenderlo. Dicho en palabras de Cervantes: ladran, luego cabalgamos.
Para su mente privilegiada, los indignados son, una suerte de “mansas reses”, manipuladas mediante “técnica de encierro callejero”, con la finalidad de que cornearan “a diestro con afán siniestro”. O lo que es lo mismo, que el movimiento 15-M ha sido orquestado por la izquierda para perjudicar a la derecha, “a quienes no se plegaran a los dictados de unos eslóganes tan infantiloides que llegan a ser preocupantes”. Es lo que se conoce como visión apologética.
Es normal que Robles no haya descubierto aún que lo verdaderamente preocupante es la aparición a diario en la prensa de pretendidas columnas de opinión, cuyo desprecio por la realidad y su afición por el menosprecio y el insulto velado se camuflan de oratoria endeble para manipular conciencias con tal de defender intereses espurios. Robles siempre está un peldaño por encima del bien y del mal, como debe ser.
Meter a todos en el mismo saco es un recurso de lo más habitual en este tipo de opinadores universales y si con ello se consigue ridiculizar, aún faltando a la verdad, mejor que mejor. Así, los indignados son “profesionales” de una indignación “teledirigida” expertos en el uso de “la máscara del pacifismo de conveniencia”.
La razón de este ataque visceral contra la “pitufa revolución de juguete” es que los indignados no han tenido “el valor suficiente para señalar, con nombres y apellidos, a los culpables de la ruina” de la ciudad, en referencia a los integrantes de la anterior corporación municipal. Porque ahora que “se palpan unos vientos de cambio político que pueden convertirse en tsunami, se indignan los mansos que siempre defendieron a los que se llevaban el manso”.
Queda claro que a Robles se le ha olvidado memorizar a conciencia todas y cada una de las consignas gritadas en las calles durante las tres manifestaciones realizadas hasta ahora. Son las inevitables consecuencias de ejercer el periodismo de alta gama desde el sofá del salón de casa y con las ventanas cerradas a cal y canto.
En las facultades de Información se esfuerzan en enseñar a los alumnos que los periodistas construyen la realidad a diario a través del discurso. Aunque, a la vista del ejemplo de Robles, más que de una construcción, deberían utilizar los términos de “obra faraónica”.
1 comentario:
Quiere que lo nombren cornetín del apocalipsis, para pertenecer a la banda que ha descrito admirablemente José Mª Izquierdo, pero no da la talla, aunque le sobran prejuicios y mala baba.
Dan
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