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25 enero 2011

Crónica en imágenes del dolor

“He visto tanto dolor que llego a una triste conclusión: mi trabajo apenas describe una parte ínfima de este drama como si fuera poco menos que una lágrima en un gran río de silencio, desesperación y dignidad.

La desaparición forzosa comienza tras el secuestro de la víctima por un grupo fuertemente armado y su traslado a un centro de detención clandestino. Durante días, semanas o meses, el detenido puede ser sometido a torturas o tratos crueles y degradantes mientras resiste en condiciones ignominiosas. Algunos prisioneros tienen la suerte de sobrevivir. Muchos mueren víctimas de las torturas y sus cuerpos son escondidos en fosas anónimas, lanzados al mar o a lugares inhóspitos en los llamados vuelos de la muerte.

Las salas de tortura están acondicionadas para infligir el mayor dolor posible. Los demás prisioneros, hacinados en pequeñas celdas, escuchan aterrorizados los gritos de los torturados. En las llamadas parrillas se les somete a descargas eléctricas en los lugares más sensibles del cuerpo, se les sumerge la cabeza en líquidos putrefactos o se les cuelga en posiciones inverosímiles. Algunos prisioneros se ven obligados a asistir a las torturas que sufren familiares muy queridos. El objetivo es quebrar la resistencia del prisionero y obligarle a delatar a otros compañeros.

Las mujeres sufren violaciones o agresiones sexuales continuas y son expuestas desnudas ante el escarnio de los vigilantes. En un centro chileno se llegó a utilizar un perro pastor alemán especialmente adiestrado para violar a las detenidas; en otros, se introdujeron ratones o arañas en la vagina de las prisioneras.”

Más en “Desaparecidos (Centros de Detención)” una magistral exposición del excelente trabajo de Gervasio Sánchez.



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