Egipto era ayer noche un polvorín. Como todo buen dictador que se precie, Mubarak había ordenado a las compañías de telefonía cortar el servicio a móviles e Internet, haciendo honor a esa premisa mitológica en los regímenes totalitarios de que lo que no se difunde no está en el mundo y, por lo tanto no existe. Poco después, ante la contundencia de los enfrentamientos entre manifestantes y policías, impuso el toque de queda y ordenó al ejército sacar los tanques a la calle.
Twitter echaba humo durante toda la noche a través del hashtag #egypt, que se actualizaba a una velocidad inusual y estuvo a punto varias veces de saturar el servicio. La gente, además de mensajes de solidaridad y llamar a la resistencia a los egipcios, proporcionaba números de teléfonos y direcciones web para que pudieran escamotear la información, fotografías y vídeos a la censura y el bloqueo impuestos por el gobierno. Incluso algunos medios tradicionales pusieron sus servidores al servicio de los ciudadanos para que pudieran subir directamente los testimonios de lo que estaba ocurriendo en el país de las pirámides.
Lo más escandaloso de la tensa jornada fue el vergonzoso silencio del mundo occidental ante la revuelta. Las palabras de Joe Biden, vicepresidente de EE.UU negándose a admitir el régimen dictatorial de Mubarak dieron la vuelta al mundo en 140 caracteres. “Mubarak ha sido un aliado en muchas cosas, muy responsable. No diría que es un dictador, pero debe ser más sensible con su pueblo”, dijo y se postuló claramente porque no fuese derrocado. Tanta comprensión por parte del imperio no sería entendible si no fuera porque, al paso que se están desarrollando los acontecimientos en el norte de África, Estados Unidos se quedará muy pronto sin buena parte de “sus hijos de puta”.
Las informaciones que saturaban el canal apuntaban a que los manifestantes habían asaltado el edificio del Ministerio de Asuntos Exteriores y que El Cairo estaba en llamas. Las fotografías y los vídeos sobre los enfrentamientos que se estaban produciendo en las calles dieron muy pronto la vuelta al orbe. Los manifestantes recogían del suelo los botes de gases lacrimógenos y los mostraban a las cámaras de los fotógrafos para que pudieran ver en la etiqueta la denominación “Made in USA”.
Los periodistas allí presentes se veían obligados a utilizar medios alternativos para transmitir la información, sin entrar a desvelar detalles técnicos por el temor a ser bloqueados, tal y como reveló el reportero de la NBC Richard Engel. Incluso algunos de los periodistas que cubrían los enfrentamientos resultaron heridos, en concreto cuatro, según informo Al Jazeera English, mediante la excepcional cobertura en directo que estaba realizando desde El Cairo. Al filo de las nueve de la noche, el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) informó que Egipto instigó el silencio de los medios y la policía estaba expulsando a periodistas.
Cuando los tanques salieron a las calles, los egipcios, a imagen y semejanza de los tunecinos días antes, les daban la bienvenida al grito de “todos somos uno” y les animaban a sumarse a la protesta. Hubo un momento en que circularon informaciones sin contrastar de que los militares se estaban enfrentando a los policías que reprimían las manifestaciones. Incluso Wikileaks aportó su granito de arena a la revuelta ofreciendo enlaces directos a los cables que desvelaban que cientos de militares egipcios eran entrenados por los americanos.
Muchos analistas internacionales temían un efecto dominó si triunfaba la revuelta, que se acentuó cuando la BBC informó de que Siria había cerrado Internet a causa de dicho temor. El propio presidente Mubarak anunció vía twitter que iba a comparecer de manera inminente en la televisión anunciando cambios. Durante su comparecencia anunció el cese del gobierno e impuso el toque de queda. Pero la gente no estaba por la labor y desafió al dictador no respetando la medida. En un momento dado se corrió la voz de que el Museo de Egipto corría el peligro de ser afectado por los innumerables incendios que lo rodeaban y que la gente había hecho un escudo humano para protegerlo.
Pasadas las diez de la noche, la televisión Israelí Channel 10 informó que Mubarak se encontraba volando en un jet privado rumbo a Suiza. Minutos después, Breaking News informaba que tres jets privados abandonaban el aeropuerto de El Cairo bajo enormes medidas de seguridad.
La multitud seguía adueñada de las calles, mientras los militares observaban desde las torretas de los tanques a los manifestantes subidos a ellos abandonados al jolgorio que producía la seguridad de que la caída de Mubarak era inminente.
PD: las fotografías utilizadas para la confección del vídeo que ilustra la entrada pertenecen a Sarah Carr, Totally Cool Pix, Photo Blog de msnbc, ollywainwrigth, Yannis Behrakis (Reuters) y almasrealyoum.
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