Comienza a despejarse la incógnita sobre las paradas del Metro de Sevilla en el casco histórico de la ciudad, para disgusto de Monteseirín, Fran Fernández y esos linces de la dirección de Tussam, que hicieron exactamente las mismas alegaciones que hubiese hecho el propio alcalde de su puño y letra de no haber pactado con la Junta que se mantendría calladito como una losa sepulcral.
Rosa Aguilar, Consejera de Obras Públicas de la Junta, ha confirmado hoy que las paradas serán finalmente dos: una en la Plaza del Duque y otra en la Plaza del Cristo de Burgos, descartando así a la Plaza de la Encarnación y la reiterada cantinela que se traen con ella el alcalde y su cuadrilla. Y, además, lo ha hecho con elegancia, porque ha declinado cualquier debate con el ayuntamiento al respecto. Se ve que a la hora de repartir puñaladas traperas no todos son iguales.
La consejera ha asegurado además, haciendo gala de bastante sentido común, que las líneas de Metro se ampliarán hasta San Jerónimo, Bellavista y Torreblanca y que se estudiará la posibilidad de que también lleguen a Parque Alcosa. También se ha comprometido a responder a todas las alegaciones presentadas a lo largo del mes de octubre.
Monteseirín debe estar buscando consuelo como un desairado, porque cada vez se le complica más la concepción de su producto estrella, las setas de la Encarnación, ése mediante el que pensaba pasaba pasar a los anales de la historia de la ciudad e incluso agenciarse un lugar de honor en la galería de sevillanos ilustres.
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